Filipinas decretó ayer el estado de calamidad, mientras comenzaba a llegar la ayuda exterior para intentar paliar la grave situación en el país tras el paso el viernes del tifón Haiyan, que se calcula puede haber causado unos 10 mil muertos.
Con esta medida, el Presidente Benigno Aquino intenta evitar la especulación y el acaparamiento, así como imponer un control de precios a los bienes de primera necesidad.
La isla de Leyte es la más afectada por el tifón, con miles de personas que deambulan por carreteras en busca de comida y donde el gobierno provincial arrojó sacos de arroz de 50 kilos en algunos caminos.
Los equipos de limpieza comenzaron a llegar a las zonas afectadas y ayer retiraban los escombros dejados por Haiyan e intentaban desbloquear el tránsito rodado, con el fin de que pueda llegar la ayuda a las áreas más aisladas.
También el restablecimiento del orden en Tacloban -capital de la provincia de Leyte, en la costa este de Filipinas, y una de las más afectadas- es una de las prioridades de las autoridades, y efectivos de la Policía Nacional y el Ejército han sido enviados a la zona para asegurar el orden en la región.
La policía estima que más del 70% de los edificios de Tacloban, incluidos varios del aeropuerto como almacenes y la torre de control, quedó destruido tras el paso del tifón.
Mientras los datos extraoficiales y los informes hablan de decenas de miles de víctimas en Leyte, el Consejo para la Gestión y Reducción de Desastres cifra los muertos por ahora en todo el país en 255, con 71 heridos y 38 desaparecidos.
El número de afectados asciende a 9,7 millones de personas y a 615 mil desplazados, de los que 433 mil están alojados en centros de evacuación.
No obstante, hay zonas a donde no han llegado los equipos de rescate y se desconoce la suerte de sus habitantes.
Ante la falta de víveres, se suceden los saqueos e, incluso, la prensa local indicó que una turba atacó un convoy de la Cruz Roja que cargaba ayuda.
Tras arrasar Filipinas, Haiyan prosigue su camino: entró la madrugada de ayer por el norte de Vietnam, donde las autoridades evacuaron a unas 600 mil personas, y se adentra debilitado, como tormenta tropical, en las provincias del sur de China, donde la región autónoma de Guangxi Zhuang está en estado de máxima alerta.
La Cancillería chilena informó que pudo tomar contacto con la mayoría de los residentes chilenos en Filipinas y que ninguno de ellos ha sufrido daños materiales o personales.
Comienza a llegar la ayuda externa
En un intento de paliar las consecuencias del tifón, la ayuda exterior comenzó a llegar a Filipinas. Un avión de las Fuerzas Armadas de EE.UU. llegó a Tacloban con mantas, paquetes de comida y generadores eléctricos provisionales. La Unión Europea, por su parte, activó el mecanismo de protección civil para coordinar la ayuda humanitaria sobre el terreno, y la Organización Mundial de la Salud envió un cargamento de medicinas para cubrir las necesidades básicas de 120 mil personas.