Cerros porteños se han convertido en ruinas humeantes
Alexis Paredes/Karen Unda
El panorama es frustrante y cualquier palabra no alcanza a describir la desolación que se vive en los cerros de Valparaíso, tras la catástrofe que carbonizó los sueños de miles de familias porteñas.
Ayer sólo quedaba resignación para enfrentar lo que se viene. Una dolorosa reconstrucción que nadie sabe cómo se concretará por parte de las autoridades.
Cuerpos carbonizados que se mantienen como N. N., animales desorientados y con graves quemaduras, laderas y colinas arrasadas por completo por la acción del fuego era el escenario que había ayer en los cerros Merced, Las Cañas y La Virgen, a un costado del fundo El Pajonal, uno de los sectores más afectados por la tragedia.
"Aquí somos siete familias y el fuego se llevó todas las casas. No había nada que hacer, con suerte arrancamos con los niños y animales. El resto se perdió todo. Ahora sólo pensamos en reconstruir", relató resignado Pedro Cuadros (26 años), trabajador de CCU, quien presenció con impotencia cómo el fuego consumía siete viviendas en las cuales habitaba toda su familia.
El joven reconoció que lo vivido entre las llamas descontroladas "fue peor que una película. Siempre hubo incendios en la parte alta del cerro, pero nunca el fuego había llegado hasta acá abajo", comentó el residente en una de las tantas quebradas del cerro Merced.
"Fue algo terrible, éramos como siete familias que vivíamos aquí y nos quedamos sin nada. Vamos a ver dónde pasaremos las próximas noches. No sabemos qué viene, queremos levantar aquí mismo nuestras casas, no las vamos a dejar", acotó Doris García, otra de las tantas damnificadas.
"El Cerro Merced Alto y Las Cañas desaparecieron por completo, el fuego lo consumió todo....", añadió desconsolada.
Con quemaduras en su rostro y sollozando, Oscar Gallardo (43 años) llevaba a su potrillo de siete meses con su pelaje totalmente chamuscado. El caballar presentaba visibles quemaduras en el hocico, nariz y alrededor de sus ojos, mientras que su amo lloraba de impotencia por la pérdida de gran parte de sus animales. "Se me quemó una yegua y dos burros, los tenía en un corral en El Pajonal", comentó este trabajador del Mercado.