La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha publicado una mala noticia. Nuestro país lidera en el consumo de alcohol per capita en América Latina. Mala noticia porque el consumo abusivo de alcohol genera problemas graves de salud como alcoholismo, cirrosis y cánceres; aumenta las conductas violentas y los accidentes. Preocupante es el alto nivel de consumo entre los jóvenes, quienes son más vulnerables a desarrollar alcoholismo. Mala noticia que no debiera sorprendernos. Es frecuente el consumo de alcohol sin control en espacios públicos como plazas, transporte y en fiestas; así como la propaganda que incita al consumo a través de la televisión, diarios, revistas, transporte público y otros. Asociaciones tales como: cerveza y deporte, mujeres buenas mozas y alcohol, entre otras, inducen al consumo. Tampoco es raro ver a niños luciendo las camisetas de los equipos de fútbol con los logos de las marcas de alcohol. La evidencia científica muestra que la expectativa de obtener una gratificación aumenta nuestras motivaciones.

La dopamina, neurotransmisor esencial en el cerebro, es responsable de aumentar nuestras motivaciones. La dopamina aumenta con el consumo de alcohol, así como con la expectativa de una mejor interacción social que nos facilite ser aceptados por los otros. La propaganda, dirigida principalmente a jóvenes y adultos jóvenes, es por lo tanto una 'bomba' facilitadora del consumo abusivo: genera una expectativa que aumenta los niveles cerebrales de dopamina, potenciando el consumo de alcohol.

Como país, necesitamos una normativa que disminuya el consumo de alcohol. El Servicio de Alcohol y Drogas (SENDA), ha desarrollado una fuerte campaña de prevención; la disminución de los niveles de alcohol en la sangre permitidos para el manejo de vehículos, fue un buen comienzo, pero es urgente adoptar otras medidas. Entre las prioridades respaldadas por la evidencia obtenida en numerosas investigaciones están: 1) Prohibición de la propaganda que incita al consumo de alcohol, 2) Control estricto de la normativa que prohíbe la venta de alcohol a menores de edad y 3) Aumento de los impuestos asociados a su venta. 4) Educar sobre las consecuencias del consumo de alcohol para nuestra salud.

La educación chilena necesita un cambio. Nadie duda de esa afirmación y, si alguien lo hiciera, bastaría que revisara antecedentes como los resultados del Simce, los de la evaluación docente, Prueba Inicia, Pisa, la PSU y muchos otros, para coincidir en que se trata de un sistema que segrega a los niños según la renta de su familia y que su calidad es deficiente, comparada con los estándares internacionales con los cuales Chile quiere medirse.

Por lo mismo, es que desde 1990 Chile ha promovidos diversas Reformas Educacionales, que abarcan desde el horario de atención de los colegios (la Jornada Escolar Completa), la inclusión de todos los estudiantes (uno de los logros de la Loce), hasta la extensión de la cantidad de años de escolaridad obligatoria, de preescolar hasta cuarto medio.

Ayer, la Presidenta Bachelet ha presentado una nueva Reforma, calificada por el gobierno como 'la más profunda' hasta ahora producida, que apunta a terminar con el lucro, a eliminar el copago en los colegios subvencionados y la selección de ingreso de estudiantes.

Pero en ella, como en las anteriores, todavía no se ingresa a un punto clave: la calidad de las clases dentro de las aulas. Es decir, al espacio privado donde profesores y estudiantes construyen el proceso de aprendizaje. Representantes de ambos sectores han señalado que en esta Reforma, nuevamente no se ha consultado sus opiniones al respecto.

También hay quienes echan de menos una mención más clara a la educación inicial, ya que todos los estudios señalan que las brechas detectadas entre los escolares comienzan a construirse antes del año de vida, cuando los niños no asisten a una sala cuna.

Además, llama la atención que los cambios hacen mención principalmente a la educación subvencionada y no concretamente a la municipal, que es donde se concentra la mayor cantidad de malos resultados. Peor aún, el fin de la selección afectaría a los liceos de excelencia, que sí apuntan a la calidad.

En Los Ríos hay voces inquietas por estas omisiones y sería interesante que nuestros parlamentarios las escucharan, antes de iniciar las discusiones.