Las 33 familias que viven en el campamento San Francisco en San José de la Mariquina, pasan estos días entre el agua de la lluvia y el barro, que incluso les impide salir de sus modestas mediaguas porque sus patios se han transformado en 'lagunas'. Peor aún: los pozos negros anegados por el agua, son un peligro sanitario con el cual también deben convivir,
Las dirigentas Carla Lobos, presidenta y Graciela Solís, secretaria, señalaron que hasta ahora sólo han recibido como ayuda municipal una partida nylon y una bolsa de carbón que se entrega en cada mediagua.
Agradecen y reconocen el aporte, pero dicen que sin embargo, 'no es suficiente para la realidad que padecen nuestros vecinos, en especial aquellos que tienen guaguas, niños chicos y ancianos'.
lluvia SOBRE LA CAMA
Dentro de las mediaguas hay filtraciones por las frágiles techumbres y paredes. También camas húmedas afectadas por las gotas y que obligan a sus moradores a dormir en las noches, tapados con plásticos.
Este es el drama que vive Génesis Castillo, una joven madre con su bebita de sólo meses de edad. 'Ni siquiera puedo correr la cama porque la mediagua es muy estrecha', dice la joven. En el exterior, los charcos de agua y barro provocan un encierro involuntario a los vecinos que deben esperar mejor tiempo para salir.
Otro caso dramático es el de Roberto Chacano y su esposa Eulalia, un matrimonio de ancianos, que debe correr todas sus cosas 'de lado a lado cuando llueve para que no se mojen. Hay días en que además de mojarnos, pasamos frío y, es peor, cuando no tenemos carbón para el brasero'.
Por estas razones, las dirigentas expresan que 'agradecemos cualquier ayuda en materiales para reforzar y proteger nuestras mediaguas, porque el invierno aún no comienza, y lo que ya hemos visto, nos alarma mucho'.
'Estamos pidiendo planchas de zinc y ripio para proteger las mediaguas. Ojalá con algo más de carbón porque con una bolsa, apenas se alcanza a deshumedecer la ropa y las camas', afirman las dirigentas.