Caminante no hay camino
En todas las áreas del quehacer humano, podemos identificar a personas que destacan del resto, y son considerados líderes por la capacidad de influenciar con su obra a seguidores, admiradores e incluso de inspirar a imitadores.
Pero no necesitamos a cualquier líder, necesitamos aquellos que tracen la correcta ruta a seguir, y nos impulsen a hacer camino al andar.
En el origen etimológico de la palabra liderazgo, conceptos como 'guía', 'conductor' e 'indicador', evidencian que para estar frente a un líder, necesitamos no sólo alguien capaz de influenciar a las masas, hablar de manera elocuente o interpretar el sentir común. Para estar frente a un líder necesitamos alguien con voz clara, que no tema innovar, buscando e implementando nuevas soluciones. Un líder es una persona que ve más allá que el resto, que se adelanta a situaciones, un visionario que puede ser tildado de rupturista, revolucionario e incluso de loco, pero al que el tiempo da la razón.
En una época de liderazgos difusos, de muchas voces y espacio para múltiples opiniones, en la que parece estar todo dicho, a veces nos sorprende el llamado de un líder, uno que no teme con argumentos derribar esquemas y paradigmas, ni ser distinto, que nos convence de mirar con un enfoque diferente y logra en definitiva que hagamos lo correcto. Necesitamos referentes que acerquen a nosotros una visión ética inspiradora, como hizo Gandhi, transformando de manera insospechada la resistencia pacífica, en el arma más poderosa contra la violencia, o en nuestro país el Padre Hurtado, quien concientizó a la sociedad acerca del sufrimiento de los más desvalidos, y cuyo ejemplo pervive hasta nuestros días.
No olvidemos que los líderes que trascienden y admiramos no repiten discursos, no necesariamente conforman a las masas y muchas veces no buscan mayorías, los que desafían el devenir del tiempo son aquellos que no tienen miedo de ser distintos y cambiar la historia.