Bienvenida la inclusión
El país enfrenta hoy un gran desafío en su andamiaje cultural; abrirse a la convivencia democrática reconociendo que somos un país diverso, heterogéneo y multicultural.
No estamos alejados de los grandes problemas sociales que enfrentan otras naciones, como el racismo, la segregación y las migraciones, así como la urgencia de construir una nación que integra culturalmente, socialmente y valora a todas y todos sus actores, con sus visiones, preferencias y orígenes.
Tenemos rasgos comunes en nuestra identidad, pero también es necesario aprender a respetarnos en nuestras diferencias. En Latinoamérica, a lo largo de su historia, hubo épocas donde la mirada del blanco se impuso sobre el reparto de los espacios privados y públicos según género, raza y condiciones económicas, culturales finalmente.
Nuestras acciones como sociedad no siempre han apuntado a alcanzar la igualdad; el discurso de la violencia realmente ejercida, simbólica; así como los correctivos sociales que se instalaron en nuestra memoria colectiva desde el cotidiano la letra con sangre entra hasta la saturación a la que nos exponen los medios cuando vemos, por ejemplo, homosexuales o lesbianas violentados por su orientación sexual; inmigrantes asociados al espectro de la delincuencia; o los femicidios presentados como una suerte de ranking anual. Todos son hechos que claramente debieran llamarnos la atención porque nos segmentan, estigmatizan y excluyen los unos de los otros.
La igualdad no se conquista, no se da ni se reivindica, nos dice Rancière en su Maestro ignorante. La igualdad debería ubicarse al comienzo de nuestro discurso, definiendo el punto de inicio de todas las acciones humanas y por qué no públicas, que apuntan al desafío de construir sujetos libres.
Desde Cultura se hace necesario avanzar en iniciativas que promuevan lo que podríamos denominar derechos culturales; convocando y dialogando. Descuidando, menos que nunca, la valiosa opinión y los espacios de participación ciudadana para constituir esos espacios que no son otra cosa que un nuevo entramado cultural para nuestros niños y niñas; una reserva simbólica de apertura, diversidad e inclusión.