La figura del huaso chileno es uno de los emblemas más poderosos que ha engendrado nuestra cultura. En esta tierra, los hombres, simples seres de carne y hueso, crecen fuertes en comunión con las bestias, midiendo sus capacidades a cada instante, sin licencia para mostrar fragilidad.
Todos cargamos con una historia de vida y a lo largo del camino puede que se nos vuelva dificultoso el andar. Mientras avanzamos, tratamos de jugar nuestra mejor mano con el destino, pero nadie nos advierte que perder es una opción que siempre está latente, hasta que nos encontramos de golpe con lo inevitable. Esa revelación que precede a la muerte puede llegarnos a cualquier hora, a algunos más temprano que tarde.
El director chileno - canadiense Carlo Guillermo Proto nos revela en el documental El Huaso, una cruda verdad colmada de emociones intensas y una profunda belleza humana, que nos identifica y sobrecoge, suspendiéndonos por ochenta minutos en una ráfaga de pureza.
El personaje, esposo y padre de tres hijos, lleva el peso de una historia de vida dolorosa. Progresivamente comienza a manifestar síntomas de Alzheimmer y opta por poner fecha a su muerte. Esta decisión no define sólo la suerte de este hombre de cincuenta y ocho años, sino también, la de toda su familia.
La historia encierra múltiples significados y respuestas, de manera prístina y sin dobleces, su objetividad corta la respiración: la vida del protagonista ha sido registrada por su propio hijo, Carlo Guillermo, director de este documental de inmensa belleza estética y espiritual.
Debemos acoger la muerte como un regalo que marca el fin de un ciclo y el comienzo de otro, abrazando ese instante en que la vida vuelve a abrirse paso entre la oscuridad.
La delicadeza de su tratamiento audiovisual es impactante y nos transporta en un devenir de escenarios naturales que sacuden el alma, logrando que el espectador viaje entre la mente de El Huaso, Chile y Canadá, entre el dolor, la aceptación y la esperanza.