Los paseos en barco por los ríos de Valdivia son una experiencia inolvidable. Por algo se inscriben entre las actividades favoritas mencionadas por los turistas que llegan a la capital regional. Belleza escénica, atención a bordo y la posibilidad de conocer algo de la historia local, son las características que destacan quienes toman tours en las embarcaciones.
Ese prestigio, sin embargo, es frágil; necesita de un constante apoyo para la mantención de la calidad del servicio. Así lo han entendido quienes realizan esta labor y se han agrupado para trabajar juntos para desarrollarla adecuadamente.
En este contexto se enmarca una positiva iniciativa para capacitar a los guías turísticos que trabajan en 18 de estas naves para que entreguen una historia común y confiable a los visitantes sobre los antecedentes de Valdivia en general y del río en particular.
Hasta ahora era posible encontrar decenas de relatos diferentes, coincidentes en líneas generales, pero algunos llenos de imprecisiones o con suposiciones sobre lo que ha sido la evolución de esta zona desde su fundación española, en 1552.
El antropólogo Cristian Carreño ha ayudado a Latitud 40 en la cruzada de unificar discursos con asidero histórico, algo que sin duda tendrá positivo eco, porque habla de valoración por el patrimonio local y contribución a la mantención de la memoria colectiva.
La idea es comenzar en la próxima temporada de verano, pero sin dudas se trata de un trabajo de largo aliento, que también requerirá de monitoreo y acompañamiento, para que el relato común se enriquezca, pero a la vez se mantenga en el tiempo.
Dar este paso es una señal interesante de parte de los armadores y empresarios turísticos fluviales, porque habla de interés por mantener la riqueza cultural que atrae y pertenece a todos.
Sin dudas que la ciudadanía sabrá valorar este esfuerzo y podrá apoyarlo también, pues la invitación es a mirar nuevamente hacia el río como eje identitario, económico y social valdiviano y regional.