Artesanas mapuches cuentan los secretos de sus originales trabajos
emprendimiento. Licor de copihue, muñecas de fieltro y lana teñida con hierbas y frutos del bosque son algunos de los productos que hay en 'La Casa de la Mujer Mapuche'.
La primera semana de octubre fue la reinauguración. Antes, la Casa de la Mujer Mapuche estaba ubicada en calle General Lagos. Ahora está en plena Costanera, justo a un costado de La Parrilla de Thor. Es una casita de madera que por fuera parece pequeña, pero en su interior -en unos 50 metros cuadrados- reúne cientos de tesoros: las artesanías de 26 emprendedoras mapuches de todas las comunas de la región de Los Ríos.
Gracias a una iniciativa de la Mesa de la Mujer Mapuche y al apoyo económico de la Conadi, las emprendedoras vuelven a tener un sitio para exponer sus creaciones en cestería, textiles, platería, productos gourmet y plantas medicinales. Y ahora, cuentan los secretos de sus trabajos.
Marcela Meza Panguilef es una de las emprendedoras. Vive en Futrono, tiene 12 ovejas y con su lana confecciona muñecas de fieltro vestidas con las ropas tradicionales de las mujeres mapuches.
Antes tejía, pero vio que era una actividad demasiado común, así que quiso probar con propuestas diferentes. Todos los meses lleva hasta la Casa de la Mujer Mapuche sus muñequitas o 'Lamgenes' -hermanas en mapudungun- como le gusta llamarlas. 'Hago muñequitas que miden unos 3 centímetros y otras que miden 30. Yo empiezo a hacer una muñeca y sale grande o chica. Todas son diferentes, unas flacas y otras gordas. La gente siempre me dice: ¡Qué bonitas!', cuenta.
Demora 15 minutos en elaborar cada muñeca, porque la técnica ya la tiene más que dominada. Las muñequitas cuestan entre 5 mil y 9 mil pesos.
Su marido también es artesano, pero en metales. Y su hija, de 19 años, sigue los pasos de Marcela como emprendedora, pero trabajando el cuero del salmón. Su casa está siempre llena de materiales, tantos que ganó un proyecto de Conadi para construir un taller en su patio.
teñidos naturales
Selmira Durán vive en la comunidad Nehuentue de Curaco, en la comuna de La Unión. Es descendiente de un lonko llamado José Domingo Naipallán y junto con unas amigas -hace cinco años- comenzaron a reunirse para desarrollar artesanías que identifiquen a la cultura mapuche. Eligieron trabajar con lana. 'Acá en el campo a veces se bota la lana. Para que no se pierda, la empezamos a recolectar y a trabajar. Así llevamos un poco de cullín a la casa', cuenta. Conocer cómo obtienen los colores para teñirla impresiona. 'Después de lavarla e hilarla, la empezamos a teñir con hierbas y raíces. La menta con yerbabuena da un verde oscuro, el rojo se saca con la viruta del alerce, el amarillo con la flor del aromo, el negro con el hollín de la estufa y el morado con el arándano. Receta que me dan, la hago', explica. En la Casa de la Mujer Mapuche vende la lana en madejas.
licor de copihue
María Cecilia Compayante es de Lanco, del sector de Lumaco. Gracias a un programa dirigido a mujeres jefas de hogar aprendió a elaborar licores artesanales. Creó su propia marca: Kamir. 'Elegí ese nombre porque tengo dos hijas, una se llama Kamila y la otra Mirza. Junté los dos nombres y creé la marca', explica.
María Cecilia prepara 20 variedades de licores, algunas con hierbas medicinales y flores, además de otras con frutos del bosque. Hace licor de cedrón, poleo, manzanilla y pétalos de rosa. También tiene de mosqueto, mora, frutilla y chupón, pero este año creó un nuevo producto: el licor de copihue. Y para obtenerlo utiliza la flor. 'El color del licor es suave y natural, en la botella se ve muy lindo. El sabor es muy agradable, un poquito agrio. Es la primera vez que lo hago así que voy a ver cómo me va. Yo lo recomiendo como un rico aperitivo', explica. La botella de este licor cuesta 6 mil 500 pesos y para elaborarlo debió obtener un permiso especial del Servicio Agrícola y Ganadero.
platería
Valeria Chávez nació en la región de La Araucanía, en Nueva Imperial. Pero ahora vive en la comuna de Valdivia, ciudad a la que llegó para estudiar Biología Marina. Aprendió orfebrería gracias a las enseñanzas de la familia de su pololo, mapuches de Puerto Saavedra. Comenzó a vender las joyas en 2007, para pagar su universidad. Fabrica Chaway, aros con forma de medialuna. También trariloncos, que son cintillos utilizados por las mujeres mapuches y trapelacuchas, grandes collares. 'También hago trapelacuchas pequeñitas y las convierto en aros, eso le encanta a la gente. Hago joyas de plata y también de alpaca', detalla. 'Que mis productos estén en la Casa de la Mujer Mapuche es una tremenda oportunidad y una gran vitrina', dice. El valor de las joyas parte en los 8 mil pesos.
Estos son solo algunos de los productos que se pueden encontrar en la casa, donde también hay trabajos en boqui pil pil, ponchos, gorros, calcetas y vestidos de lana natural; artesanía en greda, magnéticos de madera para el refrigerador, chocolates y utensilios en madera. Maritza Huentemilla, de Tiliw Ko, está a cargo de la administración de la casa. 'Además de lo lindos que son los productos para quienes viven acá y para los turistas, los precios son convenientes porque no hay intermediarios'.