Asesino en una ciudad de muertos
Daniel
Carrillo
Seguirle los pasos -o al menos intentarlo- a un asesino en serie que parece no cometer errores ni seguir un patrón definido, puede ser una oferta atractiva para un lector promedio, incluso si es que no se trata de un fan de la novela negra europea al uso. Pero si a esto le sumamos un escenario histórico bien armado, personajes aceptables y, sobre todo, la sensación de que solo un heroísmo demasiado romántico puede mantener en pie una empresa como aquella, el asunto se vuelve mucho más atractivo.
Eso es lo que ocurre al leer "El asesino entre los escombros" (Maeva, 2014), ópera prima del periodista e historiador alemán Cay Rademacher, quien logra combinar de manera muy efectiva el misterio y la intriga de la narración policiaca con la fuerza de desenmascaramiento y reinvención que ostenta la novela histórica.
Ambientada en el Hamburgo de 1947, dominado por la miseria, el frío, la devastación y la culpa, la historia comienza con el hallazgo del cadáver de una bella muchacha, desnudo en medio de los escombros. La dificultad inicial para levantar pistas, elucubrar hipótesis o establecer un móvil con el correr de los días termina entronizándose, sobre todo por la imposibilidad básica de saber quién es la chica fallecida. Sin que nadie haya denunciado su desaparición, la víctima se convierte en un fantasma tan nebuloso como lo puede ser el propio asesino. Un segundo homicidio, esta vez de un anciano, va encendiendo las alarmas y acumulando más informes sobre el escritorio del inspector jefe de policía, Frank Stave. En él se encarnarán varias contradicciones arrastradas desde el reciente pasado nazi, como el recuerdo de la noche en que, por órdenes superiores, los agentes del orden se quedaron en sus despachos -Stave incluido- mientras miles de judíos eran atacados y sus propiedades destruidas o quemadas, en la llamada "Noche de los cristales rotos". En el plano familiar, el agente también arrastrará el recuerdo de una esposa muerta por los bombardeos ingleses y las dudas de un hijo desaparecido tras enrolarse en 1945, con apenas 17 años, en las filas del ejército alemán, en un acto de arrojo juvenil.
La descripción de la vida en las precarias condiciones de post-guerra y la misma serie de asesinatos rescatan un pedazo de historia que muchos han tratado de olvidar.