No cabe duda de que es una mujer valiente y aguerrida. Sufrió violencia intrafamiliar en su primer matrimonio, pero un buen día se armó de valor y decidió terminar esa relación. Tomó a sus nueve hijos y a fuerza de mucho sacrificio los crió sola.
Isabel del Carmen Moncada Lillo fue recompensada por tamaño esfuerzo: sus retoños hoy la respetan y la aman, además formó una nueva y feliz pareja por espacio de 27 años, cumplidos el 8 de diciembre.
Fue la cuarta de los doce hijos del agricultor José Bonifacio Moncada Vásquez y la dueña de casa Olga Rosa Lillo González. Nació en Cunco, en la región de La Araucanía, el 11 de junio de 1944. Pasó los primeros años de su vida en el fundo San Ramón, en Cunco y luego todo el grupo familiar se mudó a Hualpín, en Toltén.
"Entre los 8 y los 9 años de edad, me quedé con mis abuelos paternos, allí mismo en Hualpín; y a los 10 años, como éstos murieron, mis padres me llevaron adonde mis abuelos maternos. Con ellos estuve hasta los 14 años", recuerda.
Usted conoció aún adolescente el rigor del trabajo, ¿no es así?
Sí, porque a los 14 años me fui a trabajar a Temuco como empleada doméstica puertas adentro. Trabajé hasta los 18 años en varios hogares, pero que estaban emparentados entre sí: me cambiaban con el sobrino, el tío... Y siempre fue con alemanes.
¿Cómo fue esa experiencia de trabajo?
Para mí, era como estar dentro de mi familia. Claro que era algo sacrificado, porque me tenía que levantar a las 6 de la mañana y me acostaba a las 2 de la mañana. Eran pocas las horas que dormía; pero ellos me tomaban mucho en cuenta, me peinaban, me hacían la ropa... Una vez al mes, mi papá iba a buscar mi sueldo -unos 20 pesos- y me compraba mis cosas.
¿Qué pasó a los 18 años de edad?
Como mis patrones se fueron a Santiago, yo me devolví a la casa de mis padres, en Hualpín. Mi padre quería que yo formara un hogar; entonces, me hizo casar con un joven al que yo no conocía: se llamaba Sergio Herrera Vásquez. Con él tuvimos nueve hijos, pero no fue nada fácil la vida con él, desde que nos trasladamos en 1970 a Runca, en la comuna de Máfil.
Cuénteme, ¿qué pasó?
Me salió un marido muy castigador, mañoso, machista... Era una cosa de que nos acostábamos peleando y nos levantábamos peleando. Me maltrataba mucho. La cosa se puso peor cuando me puse a trabajar en el Programa de Empleo Mínimo: ahí comenzaron los celos y más maltratos.
Una noche me puse a pensar mucho y al día siguiente, mientras estábamos almorzando, le dije: "Mira, ¿para qué estamos maltratando a los niños con esta situación?". A mí se me venía a la mente que al tiempo después, los hijos hombres iban a crecer y podrían vengarse de su papá.
En 1980 me separé de él, la señora alcaldesa de Máfil María Cecilia López me consiguió una mediagua y con mucho sacrificio crié a mis hijos. Trabajé de lavandera y planchadora.
¿Cómo ha sido la vida después de separarse?
Bueno, pedí permiso a mis hijos mayores para buscarme una pareja. Lo conocí mientras yo regaba flores, trabajando para la municipalidad. Me gustó por sus modales. A los tres meses de invitarlo a mi casa, le pregunté si quería vivir conmigo y él me contestó que esperaba que yo le dijera eso, porque yo le gustaba y me quería. Así que nos juntamos a vivir y ésa es mi pareja hasta hoy. El 8 de diciembre cumplimos 27 años viviendo juntos con Juan Armando Mella Troncoso.
¿A qué se dedica ahora?
Soy consejera de la Sociedad Civil de Máfil, desde hace tres años; y soy consejera regional de Adulto Mayor, hace dos años. Además, hace siete años que soy la presidenta del Grupo de Adulto Mayor "Las Mafileñas"; y como me gusta trabajar en favor de los adultos mayores, hace unos seis a siete meses me desempeño como voluntaria del Hogar de Ancianos de Máfil.