Por noveno año Álvaro Céspedes trabajó con clarinetes y saxofones. De cuatro o cinco alumnos al principio, suma actualmente cerca de 30. Es un aumento en calidad y cantidad, explica, lo que amerita plantear nuevos desafíos. "Antes tenía que acomodarme a lo que ellos eran capaces de hacer. Ahora hay un nivel increíble de rendimiento. Podemos hacer música y eso me motiva a pensar en lo que haremos el próximo año, que es darle mucho más protagonismo a los saxofones".
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Cada enero, desde hace tantas veces que ya ni recuerda, James Rapport anota el mismo destino en su agenda de viajes: Valdivia. El contrabajista, profesor de la Johann Sebastian Bach Music School de Viena es uno de los rostros habituales del XXI Campamento Musical Marqués de Mancera y él que cree que la actividad le ha servido para seguir aprendiendo. "Hubo muy buena coordinación general este año y también mucho entusiasmo de los estudiantes. Eso siempre es gratificante, además que en cada nuevo año aprendo cosas nuevas". Una de ellas, por ejemplo, fue haber incorporado nuevas demostraciones para el uso de la mano en el mástil del contrabajo. "Descubrí que no tiene que ser simétrica, sino que se tiene que adaptar como si tuviera un dedo más", dice. Y agrega: "Cada clase, en cada año siempre es un aprendizaje para nosotros. Aprovechamos estas oportunidades para tomar riesgos e ir probando las cosas que funcionan y las que no funcionan al enseñar a tocar el instrumento".
La autoevaluación de Rapport se suma a las miradas sobre sus propios rendimientos y propuestas de otros seis profesionales de Chile y el extranjero que encontraron un lenguaje común en la costa.
Para Gerhard Seidl (violín) una de las cosas fundamentales es contribuir al mejoramiento de la actitud de los niños y jóvenes. "Llegan con muchas diferencias en la forma de tocar, por eso para comenzar siempre es necesario emparejar con ejercicios básicos de arco, dedajes o con escalas. Siempre la meta es que logren acoplarse al grupo general con facilidad(...) en estos procesos avanzamos y aprendemos todos", dice. El violinista de Cifan, Benjamín Román también fue parte de los instructores 2015. Es uno de los históricos del Campamento Musical y comenzó como alumno.
"Al cambiar las edades de los músicos y sus conocimientos, tenemos que cambiar la forma de trabajar con ellos. Este es un campamento que tienen un modelo de funcionamiento probado donde efectivamente se pueden sacar los repertorios e un tiempo limitado. Como al principio, cuando las actividades duraban menos días", explica. La misión cumplida no solo suena bien en la orquesta. Es la satisfacción íntima del violinista: "Me siento contento. Satisfecho, porque de verdad creo que conseguimos todo lo propuesto al principio. Tuve menos presencia con los niños, en comparación al año pasado, pero me quedo tranquilo al saber que lo logramos".
El que también cierra positivamente su aventura personal es Benjamín Vergara. Fue el responsable de las trompetas. Dice que sus alumnos demostraron tener capacidades incluso para abordar repertorios más exigentes que los seleccionados para los once días de clases. "En comparación al año pasado tuvimos un nivel instrumental mucho mejor. Músicos más motivados. Y eso se pudo medir en acciones como por ejemplo los avances en la lecturas(...) llegamos con un plan inicial, con algunas expectativas, pero siempre hay cosas moldeables en el camino relacionadas con el aprendizaje colectivo".
La violinista Marisol Infante vive y trabaja en Río de Janeiro. Es colaboradora de la Orquesta MusArt de Casablanca y este año decidió pasar sus vacaciones en Chile. Y por primera vez, en las filas del Campamento como uno de los nueve profesores de violín. Acá reforzó su habilidad para preparar a los músicos individualmente: "Acá hay una orientación hacia lo orquestal, lo que es una experiencia muy buena, sin embargo creo que es necesario el trabajo de uno a uno. Ser parte de esto nos obliga a estar actualizados y plantear nuevas formas de colaborar para asegurar que lo aprendido acá, no se olvide durante el año". Son cosas musicales, pero también de comportamiento social. Así lo cree la violinista. "Se logra recrear una mini sociedad en este Campamento y la mayoría llega para compartir con gente que no conoce, entonces te preguntas como será la forma de comportarse de cada uno y de qué forma se puede mejorar lo que no sea correcto. Tanto a ellos, como a nosotros, todo esto nos sirve para reforzar cosas como la disciplina y la forma en que hay que comportarse y respetar al resto".