Esperando el golpe de gracia
Sophie Duguet comienza perdiendo sus llaves y luego olvida un regalo de cumpleaños. Más tarde es detenida en un supermercado por un robo de poca monta que por ningún motivo recuerda haber cometido. Muy pronto, estas -en apariencia- minúsculas anécdotas cotidianas, propias de la dispersa y demandante vida contemporánea, terminarán por asumir el control de su vida, socavando los pilares de su integridad psicológica.
Y claro, nada tardan en aparecer los muertos, los crueles asesinatos, lapsus mentales de los que Sophie no encuentra ningún rastro más que los cadáveres de su suegra, que acaba de rodar por la escalera; de su marido discapacitado y del muchacho que cuida como niñera. Ella no recuerda nada, pero las circunstancias de cada muerte dejan en claro que ella es la única "sospechosa", por usar un eufemismo. Por eso, tras el homicidio del pequeño, decide huir, adentrándose derechamente en el lado oscuro, ese que parece esperar a cada fugitivo, y procurando cambiar de identidad.
Así es como están las cosas para Sophie, protagonista de "Vestido de novia" (Alfaguara, 2014), el esperado segundo thriller del francés Pierre Lemaitre, quien se refirió a esta novela como un texto que a Hitchcock le hubiera gustado llevar a la pantalla. Por cierto, el autor no lo declara por casualidad, ya que la narración avanza entre párrafos de gran visualidad, con un suspenso controlado a cada coma y acciones que a ratos se desbarrancan de forma vertiginosa.
Todo esto hace de "Vestido de novia" una obra cómoda de leer, pero que por sobre todo engancha y descoloca, principalmente por los cambios de perspectiva que asume la narración, con un juego de subjetivo/objetivo que promete dejar sin aliento. A esto se debe sumar el buen oficio de Lemaitre con las letras, lo que da como resultado un thriller psicológico donde casi nada parece estar escrito en vano.
En resumen, se trata de una invitación a ampliar la mirada, mientras se espera con un aire de "predecible sorpresa" a que el autor nos sorprenda con un golpe de gracia. Porque ya a mitad de la novela éste se intuye, o al menos la inminencia de que algo desordenará el tablero. Y esto ocurre, con una vuelta de tuerca que sin duda no se olvidará fácilmente.
Daniel
Carrillo
Opinión