Cartas al director
Chocolates
Quiero hacer público mi agradecimiento al Sr. alcalde Omar Sabat por la excelente oportunidad que nos ha brindado a los expositores locales del rubro chocolatero, al realizar a través de su Departamento de Desarrollo Económico la feria del Chocolate en Semana Santa.
Además de haber sido partícipes de una buena organización, lo importante difusión que hizo la municipalidad logró que los cuatro días de feria contáramos con numeroso público y nuestras ventas sean exitosas.
Aprovecho la oportunidad de agradecer a este medio por la cobertura que otorgaron a la actividad, la cual sin duda ayudó mucho para la llegada de los asistentes.
Ana María Bascur Emprendedora
Radio UACh
Con mucha pena veo como la radio de la Universidad Austral ha cambiado básicamente su programación, desapareciendo parte de los conciertos,
programa de folclor, programas de recuerdos, culturales. Además veo que se está politizando con programas mal hechos con voces discordante, con mucha falta de oficio radial.
Yo soy una antigua auditora de la radio, y me pregunto qué estará pensando la autoridad de la universidad, acaso no le interesa la radio que es de toda la comunidad universitaria y de la ciudadanía valdiviana, y no olvidar que somos una ciudad culta del sur de Chile.
Leontina C. cafigo@gmail.com
Moral pública
Uno no debiera alegrarse de lo que está pasando. Tarde o temprano, en una sociedad como la nuestra, depositaria de una idiosincrasia dueña de tantos defectos y con una capacidad autodestructiva tan abismante, tenía que ocurrir algo de la dimensión e intensidad de lo que está sucediendo.
Como en algunos otros acontecimientos históricos de la vida de nuestra república, hemos tocado fondo. Estamos en el ojo del huracán. En el centro rabioso del prejuicio y de la desconfianza irracional y pura. Somos, nada más y nada menos, producto de la visión medieval, inquisidora, y arrogante de la sociedad civil en los últimos cincuenta años. Salir de ese centro ciego y visceral de la tormenta no será posible, ahora, sin que medie una depuración profunda y una catarsis política e institucional sin precedentes.
La supremacía moral con que se ha empoderado la sociedad civil es un remedo irritado de la supremacía moral que, en algún momento, inundó, de manera soberbia, a los sectores acomodaticios y acomodados del poder político y privado y de la prebenda pública. Una supremacía invasiva, desde donde reina normalmente el poder, penetrándolo todo de modo transversal: los derechos humanos, el ejercicio del gobierno, la política, las finanzas, el crédito, la empresa y los crueles y perversos instrumentos del modelo de mercado incluido el dinero plástico y el Dicom. La primacía en todos estos años, a través de los servicios secretos, de los headhunters, de los módulos de intermediación laboral, de los departamentos institucionales de investigación, de las agencias privadas y públicas de inteligencia y del sistema de gobierno interior ha sido pisoteada. El derecho a resarcirse ha sido escamoteado. No ha habido tregua. No la hubo ayer y no la hay hoy. No la hubo con quienes cancelaron el precio dramático de sus utopías y no la hay hoy con quienes son perseguidos sin clemencia por la neutralización de dichas utopías.
Cada individuo o grupo, en su respectiva esfera, ha contemplado o ha juzgado al resto desde una supremacía moral inapelable. Y lo que es peor, con la simetría de un ángulo obtuso. Lo que nos está ocurriendo en consecuencia es fruto de haber dejado desplazarse sin control a los celadores territoriales del poder y del lucro.
De hecho, la caja de resonancia mordaz e irónica hería, últimamente, de modo desagradable los oídos y las sufridas sensibilidades antisarcasmos de los seres comunes y corrientes. El resultado, en definitiva, es el que todos conocemos: redes sociales acuciantes y empoderadas exigiendo lo que, probablemente, ni siquiera un plebiscito posibilitaría en términos de urgencia.
Eduardo Hunter Concejal de Máfil
La voz
El 16 de abril se celebró el Día Mundial de la Voz, instancia que nos invita a reflexionar en que son los docentes los profesionales que tienen más riesgos a la hora de utilizar la voz y deben considerar su cuidado, ya que es su instrumento de trabajo.
La exposición a largas jornadas laborales, ruido de fondo y salas sin amplificación, afectan directamente la voz provocando disfonías que a largo plazo, incluso, pueden necesitar resolución quirúrgica. Las disfonías que sufren los docentes son generalmente el resultado del mal uso y abuso de la voz. En conclusión, la clave es prevenir.
En la clínica fonoaudiológica es común que los profesores con el descanso de las vacaciones recuperen sus parámetros de voz. Sin embargo, apenas comienzan las obligaciones laborales se ven nuevamente afectados por el poco descanso y por los hábitos diarios. Lamentablemente son pocos los docentes que tienen conocimientos de técnica vocal.
Loreto Nercelles Carvajal Académica Fonoaudiología Unab