La semana del 21 de mayo produjo dos esperados eventos políticos. Las elecciones municipales y autonómicas españolas, destinadas a históricas, si los indignados de centro (Ciudadanos) e izquierda (Podemos) rompían el bipartidismo gobernante del PP y PSOE, permitiendo introducir lo que España necesita urgente para salir de su crisis económica e institucional, derivada de graves actos de corrupción.
El otro, radicaba en Chile, en el mensaje presidencial, del que no sólo se esperaba con expectativa la definición del proceso constituyente sino que, la presentación misma de la Presidenta luego de los escándalos Penta, SQM y Caval. Sin embargo, nada de ello ocurrió. Pues, el proceso para una nueva Constitución aún permanece en la nebulosa, y no solo para ciudadanos y Congreso sino que al parecer para la misma Moneda, lo que es aún más preocupante. Pero lo que alcanzó protagonismo inesperado fue su anuncio respecto de la gratuidad para los estudiantes más vulnerables. Desde aquél, los escritos y declaraciones en tono crítico no han cesado. Y como no, si es a todas luces inconstitucional. Si bien la gratuidad para los estudiantes más vulnerables es aceptable como primer paso en un camino cuyo lógico final debería ser la gratuidad total, lo que no es aceptable bajo ningún respecto, es la discriminación entre los más vulnerables de una institución y los de otra, más si la finalidad de la propuesta se entiende como gratuidad para todos los estudiantes más vulnerables de Chile. Los dichos del Ministro de Educación han ahondado aún más la polémica, pues si bien, como ha afirmado, la gratuidad no es un derecho constitucional, él más que cualquier otra autoridad no debe olvidar que la Educación es un tema de Estado revestido de los más altos estándares constitucionales. La propuesta del Gobierno sólo deja de manifiesto una falta absoluta de sensibilidad por el otro, los demás alumnos más vulnerables de Chile. Esto no soluciona el problema real de acceso a la educación superior ni menos, la de su calidad, revela sólo improvisaciones en pos de ocultar falencias y crisis políticas.
Este Gobierno avanza sin transar, obviando actuar bajo clave democrática. Testigos impotentes somos de un nefasto juego político de suma cero. Si hoy la mirada del gobierno está puesta en la recuperación de la confianza pública, créame, este es el camino equivocado.
Julio Muñoz Villa
Columna