Desde hace ocho años, Gladi del Carmen Paillapán Carillanca reside en su parcela del sector de Casablanca, en la salida sur de Valdivia. Allí se dedica al cultivo y la cosecha de toda clase de especies vegetales en su huerta y afirma sentirse plenamente a gusto. "La vida en el campo es más tranquila y me gusta ir a buscar verduras o un huevito fresco. Eso no se da en la ciudad, porque allá la vida es distinta. No tendría trabajo; entonces, no sabría qué hacer", explica.
Hace algunos años dejó de atender su puesto en el Encuentro Costumbrista de Niebla, confiándolo a sus hijas y se retiró a la quietud de su predio. Sólo tiene una queja: "Es buena la vida en el campo, pero lo único malo es el camino de acceso a Casablanca, que está en pésimo estado y en esta época se convierte en un barrial insoportable", afirma.
PRIMEROS AÑOS
Su nacimiento fue inscrito en la oficina del Registro Civil de Lanco el 1 de marzo de 1943. Sin embargo, Gladi Paillapán asegura que nació verdaderamente el 8 de febrero de ese mismo año.
Su infancia estuvo rodeada por el abandono: "Mis abuelos maternos no quisieron que mi mamá se casara con mi papá, porque ella era muy joven: tenía como unos 15 años", cuenta.
Benito Paillapán Ríos, su padre, fue bombero voluntario y cuando la pequeña tenía unos tres años de edad, atravesó la Cordillera de los Andes y se estableció en Argentina. "Allá rehizo su vida y tuvo otros siete hijos", añade.
Gladi vivió con su madre, Margarita Carillanca Nahuelpán, hasta los 14 años de edad. "Después, se comprometió con otra persona y yo nunca quise irme con ella", aclaró.
DUEÑA DE CASA PRECOZ
Desde muy pequeña vivió en el hogar de su abuelo materno, Elías Carillanca. "Él fue un hombre muy bueno, que me enseñó a andar con la frente en alto y fue una persona correcta", describe.
Como éste fue agricultor y no había dueña de casa, Gladi tuvo que hacerse cargo de esta dura labor. "Como era la única mujer en la casa, debía hacerme cargo de las cosas del hogar. Salíamos con mi abuelito al campo y como él tenía personas que trabajaban sus tierras, les dábamos comida", indica.
¿Qué edad tenía usted cuando se vio en la obligación de abocarse a esas tareas?
-Tenía unos 10 años. Él cortaba la carne y yo hacía la cazuela, diciéndome cómo hacerlo. Hacíamos un fogón grande y poníamos encima un perol grande de fierro. Yo estuve con mi abuelito hasta que cumplí los 15 años. En ese momento, me vine a Valdivia.
ASESORA DE HOGAR
¿Qué la motivó a tomar esa decisión?
-Yo me había transformado en una adolescente y si una conversaba con un chico luego empezaban a hablar de una, diciendo que andaba en malos pasos. Eso nunca me gustó. En Valdivia trabajaba una prima mía, Elvira Nahuelpán. Ella me dejó su trabajo de asesora del hogar para la familia de don Rafael Baeza.
¿Cómo fue esa experiencia? ¿La trataron bien?
-Fue buena y me trataron bien. En un principio me daban permiso para que yo saliera los domingos, cada 15 días, pero nunca había salido. Mi prima me había dejado varias amigas, pero no eran buenas personas, porque iban a los bailes y cosas así. De ahí salí casada con Eduardo Carrillo Bascur, con quien tuvimos siete hijos: Luis Eduardo, Érica Edith, Filomena, Jorge (fallecido), Ingrid Patricia y los gemelos Miguel Alejandro y Claudio Alberto.
Durante su vida marital, ¿desempeñó algún trabajo?
-Mi viejo cuidaba una parcela de propiedad de Víctor Schumacher y Waldruth Hajek, y yo le ayudaba. Estaba ubicada en el sector de Los Guindos, cerca de la cuesta del Cero. Allí me relacioné con centros de madres y trabajábamos con las señoras. Tuve un taller laboral, como con 40 personas. Después de eso, vinieron los años de trabajo en el Encuentro Costumbrista y hoy participo en el grupo de adulto mayor Los Coihues, en el sector de Casablanca, donde actualmente vivo.
"Me gusta hacer el bien y organizar cosas para ayudar a quienes tienen necesidades. Creo que mi vida ha sido buena".
Gladi Paillapán
Agricultora
Fundadora del Encuentro de Niebla
Gladi Paillapán trabajó por más de dos decenios en el Encuentro Costumbrista de Niebla, específicamente en el puesto 62. Su especialidad era el asado de cordero, aunque con el tiempo amplió su oferta a toda clase de asados. "El señor Romilio Sandoval fue un día a mi casa y me invitó, diciéndome: 'Vaya, porque todo va a ser gratis, va a tener casa, almuerzo y usted se va a ganar una platita'. Gracias a este trabajo, pude lograr muchas cosas, entre ellas mi parcelita y todo lo que quise comprar para mi casa", recordó.