Lo central de nuestra fe
OBITUARIO
El discurso sobre el pan de Vida, que seguimos hace ya un par de domingos, entra en una nueva etapa de polémicas al afirmar Jesús que el pan bajado del Cielo es el mismo, y que quien come de su carne tendrá vida eterna.
La gente de su tiempo se queda a nivel sólo físico y material, no comprendiendo la profundidad del mensaje de Jesús. El Señor, lejos de cambiar su lenguaje, vuelve a afirmar lo mismo asegurando que quien come de su carne y bebe de su sangre tendrá vida y vida eterna.
Por eso, si nosotros, que nos decimos discípulos, no nos alimentamos de él, podremos hacer y decir muchas cosas, pero no podemos olvidar sus palabras: "No tendrán vida en ustedes".
Para tener vida dentro de nosotros necesitamos alimentarnos de Jesús, interiorizar sus actitudes y sus criterios de vida. Éste es el secreto y la fuerza de la eucaristía. Sólo lo conocen aquéllos que comulgan con Él y se alimentan de su pasión por el Padre y de su amor a sus hijos.
Cada vez que comulgamos en la Eucaristía, somos partícipes de la Vida de Cristo que se nos ofrece en su Cuerpo y en su Sangre, en el Pan y el Vino consagrados. Hoy como católicos nos podemos preguntar sobre nuestra participación en la Eucaristía.
¿Cómo podemos vivir las promesas de Cristo, sino vivimos el gran Misterio de la fe que nos dejó como regalo en la Eucaristía?
Que al reflexionar sobre el texto de Jn 6, 51-59, nos ayude a una vivencia más profunda de nuestra vida cristiana. ¡Buen domingo!
Carlos Martínez
Opinión