Plantean reforzar el trabajo entre forestales y comunidades
ANÁLISIS. Diálogo Nacional Forestal realizó seminario con participación de coordinador de experiencia brasileña y comunidades de Araucanía y Los Ríos.
La necesidad de que las personas no se sientan "ahogadas" por la actividad económica y un monitoreo independiente de la cubierta vegetal son iniciativas que se pueden aplicar en el corto plazo en Chile y especialmente en la región de Los Ríos, como parte de una convivencia más armónica entre empresas forestales y comunidades.
Estas ideas fueron desarrolladas por el profesional Oscar Artaza, luego de su participación en el seminario del Diálogo Nacional Forestal realizado en Valdivia y donde dio a conocer su experiencia como coordinador del Diálogo Forestal del estado brasileño de Bahía.
El encuentro tuvo su foco en paneles acerca de gobernanza; protección de caminos y tendidos eléctricos; protección de paisajes, cuencas y agua; y desarrollo económico local inclusivo, donde fueron analizadas experiencias de comunidades de Futa, en la provincia de Valdivia; Angol y Nahuelbuta.
Experiencia replicable
La experiencia brasileña fue presentada como pionera en Latinoamérica, en el contexto de los diálogos forestales y su alcance para mejorar la calidad de vida de las comunidades en las cuales se han insertado las empresas.
Oscar Artaza explicó que el caso brasileño -con 10 años de experiencia- está ligado a la iniciativa mundial del Sello Verde FSC, que es una certificación de calidad de las maderas provenientes de bosques manejados de manera responsable, en un escenario donde el consumidor pide que las empresas demuestren que sus productos se originan con buenas prácticas, respetando la naturaleza y el trabajo digno. En ese proceso, señaló que lograron superar las fases iniciales de desconfianza entre empresas y comunidades, especialmente ante forestales que se instalaron "con todas la garantías, pero que hoy deben discutir sus modelos de ocupación del territorio, ya que su manejo de la actividad económica es muy agresivo".
Ante el análisis de la situación regional, Artaza planteó que hay dos experiencias brasileñas fácilmente replicables. La primera, que las comunidades no pueden sentirse ahogadas por una actividad económica, sino que deben tener espacios mínimos de desarrollo. En ese sentido, a través del Diálogo Forestal llegaron al acuerdo de que las empresas "retiren parte de sus plantíos a un mínimo de 300 metros, para que las comunidades realicen sus actividades tradicionales mínimas".
La segunda experiencia es el monitoreo independiente de la cubierta vegetal, que apunta a "pensar el paisaje y planificar el territorio", con fondos aportados por las propias empresas. Monitorearon 4,5 millones de hectáreas desde 1990 con imágenes de alta resolución, para tener una visión histórica del proceso de ocupación de la tierra y conocer el trabajo de las empresas que se instalaron donde había bosques nativos. "Eso permite saber cuántas cortaron para instalar eucaliptus o cómo se trabaja en las cuencas. Es una herramienta buena y fácilmente replicable. En esta zona, empresas como Arauco y Mininco poseen la capacidad financiera para hacer ese trabajo e incluso deben tener imágenes de ese tipo, pero falta la voluntad de hacer pública esa información para la planificación del territorio", señaló Artaza.
Balance
Claudia Bustamante, secretaria ejecutiva del Diálogo Nacional Forestal, explicó que ante la interrogante de cómo abordar la problemática forestal, se requieren espacios de acercamiento entre empresas, comunidades, servicios públicos, municipalidades, conocer lo que cada uno está haciendo y sus visiones sobre el tema. "Estas iniciativas muestran que es un camino posible y que permite anticiparse a situaciones críticas", agregó y señaló que la encargada de diálogo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Alicia Díaz, hizo la diferencia entre dialogar y negociar. ¿Qué hacer para mejorar la vida de comunidades rurales ante cuerpos legales débiles, confusos u obsoletos? La respuesta a esa interrogante es uno de los objetivos del Diálogo.
En este sentido, se analizó el caso de la localidad de Futa (Corral), donde la comunidad vivía cortes continuos de electricidad, con las lógicas consecuencias para su calidad de vida. Pero, gracias a un trabajo coordinado con la empresa eléctrica, el problema es parte del pasado. "Esta experiencia piloto se llevó a la cuenca Collilelfu y fluyó la solución de manera rápida", aseguró Bustamante.
También y a consecuencia de la experiencia en Futa, los representantes de las comunidades de Nahuelbuta viajaron a la localidad de la comuna de Corral para conocer la experiencia del trabajo en protección de paisaje, para recuperar el escenario original en la ribera del río, donde también se realiza ecoturismo. Allí, la labor entre tres empresas forestales y la comunidad permite retirar la plantación exótica y restaurar con nativa.
Un tercer caso analizado -señaló Claudia Bustamante- se refirió al desarrollo local inclusivo, donde se analizó la forma cómo se pueden aprovechar oportunidades para la restauración de bosque nativo. Esto, en el contexto de que "las empresas forestales deben restaurar más de 20 mil hectáreas de lo que sustituyeron. Y aquí, el desafío es cómo se transforma en una oportunidad para que ese proceso se haga con las comunidades locales, se contrate mano de obra y se generen empresas de servicios, para hacer la restauración.
Cooperación
Orígenes El Diálogo Forestal surge de la inquietud de varias instituciones ambientales en 2009.
AcercamientoDesde 2011 se han realizado reuniones entre comunidad y sector privado para abordar el desarrollo sustentable de la actividad forestal.
Participantes Trabajan con las empresas Masisa, Arauco y Mininco.
Que las decisiones se tomen en el sur
Claudia Bustamante agregó que para los integrantes de la mesa surgen desafíos que además se transforman en objetivos de la organización: cómo estas iniciativas comunitarias pueden ser parte de las agendas parlamentarias y mejorar la normativa existente; la necesidad de que exista información pública de calidad, para hacer planificación efectiva; y que la discusión y construcción de la nueva política forestal no se realice solamente en Santiago, sino que se traslade a la zona sur, donde esta actividad es fundamental para el desarrollo económico.