"Creo que esta es la mejor forma de acercarnos al público con la música"
El montaje de la Novena Sinfonía de Beethoven como inicio de Valdivia Capital Americana de la Cultura 2016, no solo puso a prueba las ideas de la compañía española La Fura dels Baus. También lo hizo con Eduardo Browne. El director, conocido por impulsar la ópera en el Teatro Municipal de Santiago y en poblaciones, fue el elegido para encabezar la interpretación de la célebre composición, con una orquesta especial con miembros de la Orquesta de Cámara de Valdivia y de la Filarmónica de Los Ríos, más un coro cuya base fue el Coro de la Universidad Austral de Chile. La preparación previa de la obra corrió por cuenta de Genaro Burgos (orquesta) y con Hugo Muñoz (coro), responsables de unir en una misma agrupación a profesionales y músicos en formación. "Haber fundido las dos orquestas no fue fácil, ya que tienen integrantes de distintas edades y rendimientos, pero demostraron un trabajo sólido, muy bien hecho, con mucha dedicación. Además el coro debió someterse a la exigencia de cantar moviéndose constantemente y adecuándose a lo que fue necesario".
- ¿Qué tan compleja resultó esa modalidad de trabajo?
Tuvieron que agruparse como habitualmente no se hace, no fue en bloque. Para ellos es algo muy complejo, por ejemplo, al tener que afinar solos. Cuando me plantearon eso, lo primero que pensé fue que no iba a funcionar, que era un experimento muy peligroso, sin embargo la labor de Hugo Muñoz fue increíblemente efectiva y eso ayudó mucho.
La confianza
Las orquestas de las cuales fueron elegidos los músicos prepararon el repertorio por separado. Solo hubo ensayo tutti con la llegada de Browne a Valdivia, poco menos de dos semanas antes del estreno. Según confiesa y a modo de medir el nivel de sus dirigidos, lo primero que hizo al tenerlos todos juntos fue preguntar cuántos habían tocado la Novena Sinfonía antes. "La cantidad que no lo había hecho fue sorprendente, pero no nos desanimamos. Al contrario, todos demostraron estar a la altura de lo que se necesitaba", dice. Y agrega que gran parte de la confianza para sacar adelante la empresa estuvo en su concertino Álvaro Parra, integrante de la Filarmónica de Berlín, que en los últimos dos meses tuvo la posibilidad de tocar la obra de Beethoven al menos en diez oportunidades.
- ¿Cómo evalúa este tipo de espectáculos en el propósito de fomentar la música?
Ser parte de todo esto es una gran felicidad. Tengo mucha experiencia en espectáculos de este tipo, donde usualmente cada cual se sale un poco de los roles que debe cumplir y creo que es la mejor forma de acercarnos al público con la música.
- ¿Tener tantos elementos visuales en un mismo escenario hace que la sinfonía pase a un segundo plano?
Con el debido respeto que merece Beethoven y su gran obra inmortal, esta vez estuvo al servicio de un espectáculo altamente visual con distintos elementos teatrales que crean una pieza mucho mayor que solo la sinfonía.
- Sobre los músicos y el coro se proyectaron imágenes y además debió lidiar con el ruido de las grúas en ambos costados del escenario. ¿Qué tan complejo resultó eso?
La sonoridad fue resuelta de muy buena forma. Incluso, la producción tuvo mucho cuidado en proyectar imágenes con ciertos márgenes de espacio, cuidando que la luz no nos llegara directamente a los ojos. Eso impidió que se encandilaran y que dejaran de verme, lo que habría sido fatal.
"Haber fundido las dos orquestas no fue fácil, ya que tienen integrantes de distintas edades y rendimientos, pero demostraron un trabajo sólido, muy bien hecho".
"Con el debido respeto que merece Beethoven y su gran obra inmortal, esta vez estuvo al servicio de un espectáculo mucho mayor que solo la sinfonía".