Mal estado de las calles
En el centro valdiviano prácticamente no quedan calzadas merecedoras a la calidad de impecables. La visión recuerda lo que ocurría en la década del 80.
Cada vez se hace más fuerte el clamor de valdivianos por el mal estado de numerosas calles del radio urbano de la ciudad. Los problemas son tan reiterados que prácticamente no queda ningún recorrido de los que habitualmente cumplen los habitantes de la capital regional rumbo a sus trabajo o centros de estudio que no presenten a lo menos alguna falla notoria.
Hay excepciones, fundamentalmente en los barrios que se han construido en los últimos años, pero en el núcleo urbano la situación empeora de manera progresiva y constante. Solo están a salvo de malos ratos quienes se desplazan por los Barrios Bajos, cuyas arterias fueron sometidas a cirugía mayor tras larga espera, y en los importantes ejes de las avenidas Picarte, Pedro Montt y Pedro Aguirre Cerda, todas las cuales a su tiempo debieron ser reconstruidas porque su situación solo podía ser calificada de lamentable.
El panorama actual que muestran esas calles que todavía no reciben mejoramiento integral habla de carencia de mantención por un lapso demasiado prolongado. Por momentos, la visión recuerda lo que ocurría en la década del 80, cuando Valdivia presentaba aspectos realmente lamentables, que en muchos casos recordaban el desastre provocado por el terremoto de veinte años antes, lo que podría resultar atendible.
Sin embargo, hoy resulta muy peligroso que se repitan problemas que ya debieron estar resueltos. Es tal la cantidad de vehículos que utilizan esas vías resquebrajas o con grietas, que ya ni siquiera se puede hablar de momentos de menor tráfico. Además, el mismo número de usuarios colabora para que el deterioro se haga más rápido e intenso. Dentro de aquel esquema, es común ver maniobras de último minuto intentando eludir un hoy, pero a costa de endosar la inquietud al conductor vecino o al que sigue desde atrás.
Hace falta una preocupación que apunte directamente a la solución del problema, que se agrava diariamente, antes de que aparezcan situaciones claramente lamentables.