Destrucción del patrimonio
La estatua de Caupolicán en Río Bueno fue foco de un ataque vandálico. Al verla, es imposible no recordar el daño sufrido por la casa Fourniel, en la misma comuna. Ahora será preciso repararla, para que un mensaje de destrucción no sea más poderoso que el cuidado de los bienes públicos.
La escultura en honor a Caupolicán que está ubicada en la plaza de Río Bueno sufrió un ataque vandálico durante el fin de semana y el municipio deberá invertir más de dos millones de pesos para reparar la cabeza del toqui y el tronco que portaba en un hombro, como recuerdo de la mítica hazaña que lo convirtió en líder de su pueblo.
La imagen de gran tamaño fue esculpida hace más de medio siglo y forma parte del paisaje urbano de la comuna. Además, cada septiembre es el punto de reunión para miembros de comunidades mapuches de Río Bueno, quienes llegan para rendir homenaje y recordar las enseñanzas de valentía de este héroe, fundamental en la resistencia ante los españoles.
Desde esa perspectiva (más allá del valor artístico que pueda o no tener la obra), el ataque representa un daño patrimonial y, según ha declarado el alcalde Luis Reyes en los últimos días, no es aislado. En distintos puntos de la ciudad han notado daño a los bienes de uso comunitario y eso preocupa a las autoridades, que incluso anunciaron acciones legales contra quienes resulten responsables de ellos.
Desde esta noticia, resulta imposible no recordar el daño irreparable sufrido por la Casa Fourniel y el misterio que aún se mantiene sobre el origen del incendio que la destruyó en noviembre de 2014. Algunos hablaban de un atentado, incluso hubo pericias policiales sobre restos de vidrios hallados en el inmueble, pero nunca quedó clarificado por completo qué sucedió. Tampoco, lamentablemente, está dilucidado con certeza el camino para su restauración, prometida hace dos años, considerando que se trataba de un Monumento Histórico.
Otra situación similar se viven con la Casona El Llolly de Paillaco, también destruida por el fuego, por causas que se investigan y en un proceso de recuperación lento y poco claro.
En el caso de la estatua de Caupolicán, una reparación completa se había efectuado en 2015. Ahora será preciso volver a hacerla, para que una acción vandálica no gane terreno, para que un mensaje de destrucción no sea más poderoso que el cuidado de los bienes públicos.