Pablo Quintana Villanueva
"Más allá de las pérdidas físicas, lo que más me duele es la pérdida espiritual, porque en esta obra puse mucho cariño y esfuerzo para entregar no sólo un servicio, sino también instalaciones de calidad". Con estas palabras, expresó el sentimiento que lo embarga Alejandro Nova Ulloa, propietario de las "Cabañas Jano", debido al incendio que el sábado afectó parte de su complejo turístico, luego de consumir una vivienda en la localidad de Choshuenco, en la comuna de Panguipulli.
El siniestro se produjo cerca de las 15.10 horas en el inmueble número 536 de la calle Padre Bernabé, donde vivían dos adultos y un menor de edad. El fuerte viento que se registró en esos instantes favoreció que las llamas alcanzaran un bloque compuesto por ocho departamentos, que forma parte de las "Cabañas Jano", resultando con daños totales cinco de ellos.
A la emergencia, concurrieron voluntarios de Bomberos de tanto de Choshuenco, como de Puerto Fuy y Neltume; y a la que se sumó un grupo de vecinos. La causa y el origen del incendio es ahora materia de investigación. No hubo reporte de personas heridas ni víctimas fatales.
Pérdidas
Alejandro Nova es un hombre que con mucho esfuerzo levantó el complejo turístico que se vio afectado. "Soy transportista y trabajé como prestador de servicios agrícolas y forestales. Fueron unos 20 años que me sirvieron para empezar este sueño de tener las cabañas. Éstas eran mi jubilación", expresó.
El empresario turístico precisó que el siniestro generó pérdidas por al menos 200 millones de pesos, aunque hay seguros comprometidos. "Podrían ser muchos más, si se toma en consideración todo el esfuerzo invertido, no sólo mío, sino también el de mi esposa y de mis dos hijas, quienes me han acompañado siempre en esta aventura".
Finalmente, Nova agradeció el apoyo de la comunidad, porque "gran parte del trabajo para sofocar las llamas fue de los vecinos".
Alejandro Nova sufrió heridas superficiales durante el incendio y dijo que "junto a mi familia hemos luchado para mejorar el pueblo y hacerlo bonito. Siempre me he preocupado de que esto no sólo fuera una vanidad familiar, sino también un orgullo para la comunidad (...) el golpe sufrido es grande; hoy tengo 50 años de edad y no tengo la misma energía que cuando comencé a forjar mi sueño. Espero que Dios me acompañe para salir adelante con sabiduría, paciencia y templanza".
"El golpe sufrido es grande"