José Alluelef Trafipán es un hombre de pocas palabras, pero de muchos años de vida. Nació en Liquiñe, comuna de Panguipulli en 1915 y el próximo 16 de septiembre cumplirá 101 años de edad. La celebración será junto a la familia de su hija Fidelina.
¿Cómo fue su infancia?
-Yo nací cerca de Liquiñe. en Reihueico. Mi papá se llamaba Rafael y trabajaba en campo y mi mamá, Angela era dueña de casa. Por lo que recuerdo, tuve un hermano, que se llamaba Agustín, pero ya no vive. Estudié la básica en Panguipulli, pero terminé la enseñanza media en Valdivia cuando ya estaba trabajando.
Después de la escuela, tenía que cuidar a los chanchos y a los animales del campo en el que vivíamos con mis con mi familia.
¿Cómo llegó a Valdivia?
-Cuando yo era joven, me vine a vivir a Valdivia para trabajar de mozo en la Isla Teja, cerca de donde estaba la zapatería Rudloff y ahí aproveché de terminar el colegio.
¿Cómo era ese trabajo?
-En esa época, las familias con más recursos, podían darse el lujo de contratar a distintas personas para las tareas de su casa. Tenían una persona que sólo cocinaba, otra cuidaba a los niños y los mozos como yo, cuidaban del jardín o hacía trabajos más pesados, como traslado de cosas. Después quise volver al campo, porque ese era mi lugar. Aparte, no quería trabajar apatronado.
Así que se volvió a Liquiñe...
-Me fui de vuelta a Reihueico, a trabajar la tierra. A vivir de lo que me diera el campo, arvejas, porotos. Y gracias a Dios lo pude hacer.
¿Vendía lo que producía?
-A veces, pero la gran parte de la cosecha se iba en el consumo familiar. Por eso quizás he vivido harto y mi cuerpo está bien.
Cuénteme de su matrimonio
-Me casé con Olmuela y tuvimos hijos: Ángela, Fidelina, Reinaldo. Lamentablemente mi señora falleció muy joven y tuve que criarlos solo.
Después de muchos años, cuando mis hijos estaban grandes conocí a Aurelia, pero no me casé con ella y tampoco tuvimos hijos, pero estuvimos juntos hasta que falleció hace tres años.
Pero ahora usted está viviendo en Valdivia nuevamente.
-Sí, lo que pasa es que no tenía quien me cuidara en el campo, porque mi segunda señora ya había fallecido, por lo que mi hija Ángela me llevó a Temuco, y cuando ella falleció, me vine a vivir con Fidelina, otra de mis hijas.
¿Qué le gusta hacer?
-Escuchar música, en especial las rancheras. Cuando era más joven, me gustaba salir a bailar. Ahora ya estoy más cansado.
¿Salía con su señora?
-No, salía solo. Reconozco que a veces me perdía una semana. Olmuela era más permisiva conmigo, dejaba que yo saliera. Aurelia era más estricta, no me dejaba salir. En buen chileno, me traía cortito.
¿Qué se siente vivir tantos años?
-Bien, pero ya son muchos. El otro día soñé que Aurelia me quería llevar, pero llegó mi primera mujer y se pusieron a pelear por mí. Olmuela decía que yo era suyo y que yo me iba a ir cuando ella me llamara. Otro día soñé que volvía al campo y había un ataúd, el que estaba hecho para mí, yo incluso me acostaba en él. Después me levantaba y me venía para acá.
Yo creo que esas son señales de que a lo mejor mi final está cerca.
¿Tiene muchos problemas de salud?
-No muchos. Los exámenes salen bien, pero estoy un poco sordo y ahora ya me canso más rápido, así que prefiero dormir mucho.
¿Cómo describiría su vida?
- He tenido una buena vida, tranquila, sin muchas alteraciones, con las penas que tiene cualquier persona no más, nada especial.
"He tenido una buena vida, tranquila, sin muchas alteraciones, con las penas que tiene cualquier persona no más, nada especial".
José Alluelef Trafipán, Agricultor"
Celebración de su cumpleaños
"Nosotros le decimos 'el Pellín', porque no se va. El ha enterrado a casi toda su familia", dice Fidelina, única de sus hijos que vive . José Alluelef tiene 10 nietos, una cantidad de bisnietos que no recuerda y por lo menos tres tataranietos. En relación con la celebración de su cumpleaños 101, su hija comenta que "es difícil que vengan porque viven todos lejos, los pasajes salen muy caros y después tienen que volver a sus trabajos y colegios. Pero algo le haremos a mi papá".