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Cuidarse desde los 50 años

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La etapa que va entre los 40 y 50 años es crucial. En ese período se debe empezar a comer mejor, dejar el cigarro, aplicarse con el ejercicio e intentar bajar el estrés y el alcohol para asegurarse varias décadas más de buena salud. Está lleno de personas de cincuenta y tantos, que han fumado toda la vida, con una pésima alimentación y la última vez que hicieron ejercicio fue en la universidad, pero quieren, de la noche a la mañana, ponerse a trotar, comer sano y tener una vejez saludable. Déjeme decirle algo: ¡No existen los milagros!

Es cierto que un poco de ejercicio es mejor que nada, que dejar el tabaco a los 60 es mejor que morirse con el pucho en la boca, que para su corazón el pescado con lechuga es mejor que una parrillada. Es decir, que los beneficios de modificar los hábitos se harán sentir sin importar la edad. Pero también es cierto que existen límites para un cambio exitoso en el estilo de vida; porque después será muy difícil que usted pueda aspirar a una vejez saludable.

Siempre es un buen momento para hacer ejercicio. No importa la edad. El problema es que a medida que pasan los años, nuestro organismo reacciona de manera diferente a las exigencias físicas. Los especialistas recomiendan que no pase de los 40 o 45 años para tomarse el deporte en serio porque después de esa edad, el número de células de todos los órganos del cuerpo comienza a caer, incluyendo la disminución de las fibras musculares y, por tanto, de la masa muscular: ésta se pierde a razón de 1% anual.

Pero si usted llega con buena cantidad de masa muscular a esa edad, la disminución afectará menos su movilidad en la vejez. Después de los 45 se hace mucho más difícil generar músculos, porque la capacidad cardiorrespiratoria con que se cuenta no es capaz de mantener un ritmo deportivo tan alto como para desarrollarlos.

Además, está el tema óseo. Los 40 años serían el límite para cuidar los huesos.

David Ergas

Jef.Carrera Preparador Físico

CFT

Sto Tomás

"La música ayuda a las personas a tener una mejor salud mental"

DIRECTOR. Ignacio Moreno fue académico de la Uach hasta 2010 y ahora se dedica por completo al Coro Palestrina, que formó en 1981 y en el cual son bien recibidos todos los que amen la música, "sin selección", dice con orgullo.
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En el Coro

Ignacio Moreno, tiene 7 hermanos y el canto estuvo presente en cada almuerzo en su hogar. Pero fue hasta los 9 años, viviendo en Paine, cuando tuvo su primer acercamiento formal a la música en un internado de curas Capuchinos, donde se integró al único coro de niños que existía en el país. Con ellos estuvo hasta los 22 años. El Coro Palestrina de Valdivia lo formó en 1981. Este año, celebraron 35 años con un concierto de reencuentro con integrantes, al cual vinieron más de 25 antiguos. La última actividad del año fue en la Iglesia San Francisco, el viernes.

El 15 de febrero cumplirá 70 años y sigue tan dedicado a la música como a los 9, cuando empezó a cantar. Es que para Ignacio Moreno Espinoza no se trata solo de una profesión, sino de la vida entera.

"Cuando me estaba preparando para la Primera Comunión me incorporaron a un coro. Entonces mis primeras clases de canto fueron a los 9 años. Pero no me enseñaron piano hasta los 12 años, fue un poquito tarde, creo yo... Después continué cuando estudié música en la Universidad de Concepción, pero no me titulé de pianista, me licencié de teoría general de la música, esa es mi licenciatura (1968)".

En Valdivia y desde 1981 está a cargo del Coro "Palestrina", del Taller Coral de Pedagogía en Educación Musical del Conservatorio de Música y la Dirección de Extensión de la Uach.

"Llevamos muchos años trabajando y lo que seguimos pretendiendo en el grupo es que cada integrante desarrolle su pasión por la música, su capacidad, talento artístico musical y vocal. Es un grupo formativo", asegura el docente y cuenta con orgullo que no selecciona a la gente para integrar el coro.

"Nunca ha tenido un proceso de selección. El que siente la atracción por la música puede integrarse. Actualmente son 20: estudiantes de diferente colegios, de enseñanza media y básica, universitarios y del conservatorio. Yo los hago responsables de su canto. Ellos no cantan respondiéndome a mí, sino a ellos mismos".

Jubiló en 2010 como académico de la Universidad Austral de Chile y, después de tantos años de experiencia, cree que la abnegación es el mejor consejo que se puede brindar a los jóvenes que tienen ganas de seguir una carrera musical.

"Yo les diría que la vocación de la música requiere constancia. Cuando uno siente el llamado a ser músico, tiene que tener cierta abnegación, privarse de ciertas cosas y tener perseverancia".

¿Qué piensa de los jóvenes músicos de las orquestas que existen hoy?

-Yo siempre he postulado que si había muchas orquestas de niños, se debía tener una meta principal y varias secundarias. La meta principal debería ser rescatar los talentos y becarlos para que pudieran estudiar con los mejores profesores de Chile y que no participaran más en las orquestas de las escuelas. Yo lamento que eso no haya sido tan así, porque conozco a varios jóvenes de Valdivia y nunca cumplieron con una formación seria. El talento debe tener una proyección de futuro.

Pero por otra parte, me alegra que existan mucho niños que integran orquestas, porque la música transforma la sociedad. Aunque no tengamos talentos triunfando en todas partes de Chile y el extranjero, tenemos niños que están alejados de las malas prácticas, de la droga, no son vagos, están ocupando el tiempo libre en una forma muy agradable para su bien interior.

La música ayuda realmente a que la sociedad tenga una plantación de árboles que le dan oxigeno a la sociedad, al mundo. Mucho mejor que los niños estén haciendo música, que metiéndose en problemas o simplemente en nada.

Para todas las personas, la música ayuda mucho a la salud mental y equilibrio intelectual, favorece todo.

¿Cuáles son sus mayores logros musicales?

-He hecho estudios teóricos y he sido docente, pianista, director de coro y también director de orquesta. Esto último es lo que menos ejercí. Fui director de orquesta de la Universidad Austral, también dirigí la Orquesta Filarmónica de Temuco y también formamos con jóvenes una orquesta que llamamos Orquesta de Cámara de Valdivia, el mismo nombre que tiene ahora, nunca inscribimos el nombre (se ríe). Eso fue más de veinte años atrás. Esto lo menciono porque en ese grupo participó el gran Álvaro Parra, violinista que actualmente toca en la Orquesta Filarmónica de Berlín. -

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