Con el Domingo de Ramos la Iglesia Católica inicia la Semana Santa. Los medios y la costumbre han hecho de esta fecha un tiempo de vacacionar, comer mariscos, pescados y terminar las celebraciones con huevos de chocolate. Ya vemos personas que se lamentan por la fiscalización a los conejitos y huevitos de chocolate, "una pascua del conejo sin rostro", dicen algunos. Ahora bien, la Semana Santa no trata de esto para los practicantes.
En esta semana los cristianos recordamos la pasión, muerte y resurrección de aquel que sabemos es la puerta a la vida eterna. La nuestra no es una "pascua del conejo", es la "Pascua de Resurrección de Jesucristo", en que lo acompañamos y caminamos junto a él en su sacrificio por la humanidad.
El Santo Padre habla que en esta Cuaresma es mejor ayunar de la tecnología y de otros lujos, ya que de eso trata el ayuno, de purificar y preparar nuestra alma, cuerpo y corazón para lo que pronto acontecerá en la Vigilia Pascual, el retorno triunfal del Señor de la vida que ha derrotado a la muerte.
Abstenerse de la carne no es lo principal en Semana Santa, mejor abstengámonos del egoísmo, de los prejuicios, de los excesos, volvamos al dialogo cara a cara y no a través de dispositivos tecnológicos, ayunemos de las cosas que hacen nuestros corazones fríos y de piedra, y no simplemente de carne para comer pescados y mariscos.
Invito a los creyentes a volver a la esencia de esta Semana Santa, que es Jesucristo vivo. No cambiemos la figura de Jesús por la de un conejo, una tradición que proviene de los países del norte, los que durante estos meses viven la primavera y usan la figura del conejo y de los huevos como signos de fertilidad y vida.
Estas y otras costumbres se han arraigado producto de la secularización de las fiestas religiosas, por esto es que como cristianos debemos vivir la Semana Santa de forma acorde a nuestra fe, enseñemos a nuestros hijos e hijas a vivir una Semana Santa en que Jesús y el amor sean el centro de todo, y participemos activamente de las celebraciones litúrgicas que se realizarán en nuestras comunidades.
Ignacio Ducasse
Obispo de Valdivia