Ignacio Salazar: el docente que impuso la amistad en las aulas
HISTORIA. Su difunta esposa lo motivó a estudiar pedagogía en Valdivia. Jubiló el año 2010 y hasta le fecha conserva amistades que un día fueron estudiantes sentados en una sala de clases.
Ignacio Salazar Jerez (71 años) nació en Río Bueno el 31 de julio de 1945 y dedicó gran parte de su vida al trabajo en las aulas de Valdivia, gracias al incentivo de su esposa.
Su padre, Agustín Salazar, fue alcaide de la cárcel de Río Bueno y su madre, Dolinda Jerez, era dueña de casa, dedicada a cuidar a los nueve hijos, de los cuales sobreviven Ignacio y una hermana.
De ellos, el profesor Salazar recuerda que su padre era un hombre muy estricto: "Su trabajo nos hizo ser estrictos, porque era un hombre muy serio con nosotros".
Personal
Ignacio Salazar se casó con Benita Lucía Gallardo Piñeiro y su matrimonio duró 48 años, hasta el año 2012, cuando falleció su esposa, con la cual fueron padres de Ignacio Francisco, Alvaro Román, Roxana Patricia y Cristián Alejandro, quienes les entregaron siete nietos: un hombre y seis mujeres, a las que define como "un ramo de rosas".
El docente recuerda que la decisión de dedicar su vida a la enseñanza fue influída por su esposa: "Siempre me gustó el tema de la educación y fue mi esposa -quien era profesora de Física y Matemáticas- que cuando nos casamos, me incentivó a estudiar pedagogía. Entonces me vine a la Escuela Normal Camilo Henríquez, de Valdivia".
Posteriormente, Ignacio Salazar obtuvo los títulos de técnico automotriz en Inacap, profesor de educación técnica profesional y profesor de educación musical.
Dentro de su vida profesional , Ignacio Salazar se desempeñó como profesor general y de música en Río Bueno e impartió clases en la Escuela N° 39 Las Ánimas, Inacap y el Liceo Industrial de Valdivia. En este último establecimiento culminó su carrera y jubiló el año 2010. También se desempeñó como empresario en el área automotriz.
La docencia en su vida
¿Cómo fue que dentro de su pasión por la docencia, llegó a la mecánica?
-Lo que me llevó a sacar mi título de técnico automotriz fue porque vi a muchos profesores que iban perdiendo su trabajo por problemas políticos o por cualquier otra situación, durante el período del régimen militar. Entonces me dije que el día que pierda mi trabajo, lo único que sé hacer es tocar la guitarra, así que decidí buscar otra profesión. Me vine a estudiar a Inacap como técnico automotriz y al parecer salí buen alumno, porque me quedé trabajando por 28 años en esa casa de estudios superiores.
¿Cuando decidió optar por este tipo de educación para su vida?
-A lo anterior, me motivó mucho trabajar con alumnos, con gente adulta, con gente de 3o. y 4o. medio. Era más complicado, en el sentido de las relaciones humanas, pero tenía su incentivo: por ejemplo, la comprensión y la amistad, porque de repente tú dejabas de tener un alumno y se transformaba en un amigo.
Visión sobre la educación
¿Cómo ve el panorama actual de la educación valdiviana?
-Es un tema complicado. Tuve la suerte de jubilar hace seis años, pero he conversado con colegas, me he relacionado con ellos y me cuentan que todos están cansados por la indisciplina, porque no pueden administrar su clase. Ellos dan la materia y el que aprendió, bien. No insisten, ya que si lo hacen es atropellar los derechos de los alumnos.
¿Qué habría que agregar a la educación actual?
-Dar importancia a las cosas que quitaron. Por ejemplo, la educación cívica, la educación física y la disciplina, que el profesor tenga una herramienta para obligar a estudiar al alumno.
"Siempre me gustó el tema de la educación. Mi esposa me incentivó a estudiar pedagogía ".
Ignacio Salazar, Profesor valdiviano"
En el camino hacia la docencia
En su vida profesional, el profesor Ignacio Salazar admira a tres profesores, a quienes recuerda como "la señora Cornelia Becker, el señor Oyarzún y la señora Lala". Según indicó, "ellos me marcaron, ya que nos enseñaban en esos tiempo a sentarnos, servirnos los alimentos, a ceder el asiento a las mujeres, cosas que hoy no se ven". Añadió que "por ejemplo, el señor Oyarzún a "cachuchazo limpio" me obligó a limpiar todos los días mis zapatos, los dientes, las orejas y las uñas. Esas cosas son las que te marcan".
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