El recuerdo del terremoto de mayo de 1960 aún duele en Valdivia. Esa tragedia, que destruyó gran parte del sur de Chile, produjo en la ciudad pérdidas materiales y humanas severas, pero sobre todo abrió una grieta en el corazón de la comunidad al ver el fruto de sus esfuerzos destruido. Y de ese daño fue muy complejo recuperarse.
Hoy, sin embargo, 57 años después de ese triste episodio, mayo encuentra a la "Muy noble y Muy leal Santa María La Blanca" convertida en capital de una región creada por el tesón ciudadano, que se proyecta a futuro a paso lento, pero seguro y constante. Prueba de ello es que Los Ríos es uno de los pocos territorios de Chile que crece económicamente, como señala el último informe Inacer (Indicador de Actividad Económica Regional) en el cual registra un crecimiento de 2,4% durante el primer trimestre del año, mientras otras once regiones presentan números rojos.
También la fecha sorprende a Valdivia convertida en una de las mejores ciudades para vivir, según los análisis de la Cámara Chilena de la Construcción (Índice de calidad de vida urbano), categoría en la que ha escaldo posiciones sistemáticamente en los últimos diez años, gracias a múltiples factores vinculados a la sustentabilidad, el estímulo de las industrias creativas, el turismo, entre otros.
Por supuesto que falta un largo trecho por recorrer, el cual es recordado constantemente por quienes saben que esta zona puede dar más. Pero nadie podría desconocer que hay avances significativos, evaluando la magnitud del desastre que se dejó atrás.
Por lo mismo, es preciso no olvidarlo. Hablar del terremoto permite recordar el espíritu de resiliencia permanente de esta zona y también estimular una cultura de prevención que se traduzca en operativos constantes de seguridad y también en decisiones firmes y de largo plazo, por ejemplo, para planificar el crecimiento urbano en zonas seguras; para cuidar el entorno; estimular el estudio científico que permita comprender la naturaleza del espacio que habitamos. Esos son algunos de los desafíos que cada 22 de mayo nos recuerda. Y éste no fue la excepción.