El día 16 de julio se celebra en muchas comunidades la fiesta de la Virgen del Carmen, advocación llevada por monjes del monte Carmelo en Tierra Santa a Europa, y posteriormente traída por españoles a tierras americanas. Nuestra Señora del Carmen y el pueblo chileno, y también americano, tienen una relación de esperanza y cercanía que data desde antes del proceso de Independencia, y que se fortalece a partir de este cuando el mismo San Martin la escoge como protectora de la liberación americana.
Y es que la presencia de María es la de una madre que desea la libertad de sus hijos, una libertad que les permita vivir responsablemente sus vidas como discípulos de Cristo e hijos de Dios. No debe extrañarnos entonces el cariño que muchos chilenos profesan a la Virgen, cariño que nace de una relación de amor a María en su "si" a Dios, y que debe servirnos de modelo para nuestras propias vidas. Nuestra Señora del Carmen nos invita a vivir responsablemente nuestra libertad, a vivir responsablemente como ciudadanos y hermanos de un mismo país, de un mismo continente.
La libertad que nos presenta María proviene de un Dios que no impone y no fuerza con violencia, simplemente ofrece caminos de encuentro, de dialogo, de amor para ir construyendo nuestro país, y nuestro continente.
Patrona de los ejércitos, patrona de liberación americana, que busca llevar libertad a los pueblos de este continente para que estos puedan decidir su propio destino. Si antaño San Martin, y tantos padres fundadores de América le ofrecieron su fidelidad a cambio de su auxilio contra quien los tiranizaba, hoy pidamos su auxilio ante los nuevos tiranos que nos quitan nuestra libertad: el egoísmo, la avaricia, la apatía, la indiferencia, la violencia, el odio, la injusticia, la desigualdad y la falta de amor de tantos.
Que en esta fiesta del Carmen, podamos pedir por la unidad de los chilenos, por alejar radicalismos de uno y otro lado que nos vuelven fanáticos y de los que solo brotan odios, para que con la compañía de María podamos madurar en nuestro camino de construir un país que integre a todos de un forma justa, para que en esta tierra reine la paz.
Ignacio Ducasse
Obispo de Valdivia