Claudia Muñoz David
La primera vez que Einer Rubilar estuvo en Uganda fue en 2005. El sanjosino llegó como voluntario hasta Kampala -capital de ese país africano- sabiendo que se trataba de un territorio vulnerable, pero cuando vio a niños pequeños arrodillados bebiendo agua sucia desde los charcos, descubrió que jamás había pensado en lo que realmente significaba ser pobre.
En Uganda los niños no pueden trabajar. Sin embargo, son los encargados de abastecer de agua a sus familias. Caminan tres kilómetros para buscarla, llenan sus bidones con 20 litros y regresan cargándolos. Esa rutina ocurre tres veces al día. En total, caminan unos 18 kilómetros diarios solo por el agua. En ese país, alrededor de 12 millones de personas no tienen acceso a agua limpia.
Todo esto hizo que Einer Rubilar se sintiera sobrecogido. Él nació en Mariquina, estudió en la Escuela Santa Cruz, en el Seminario San Fidel e incluso estuvo internado en Máfil. Fue carabinero, pero dejó todo para vivir en Nueva Jersey, Estados Unidos. Su viaje a África surgió luego de que uno de sus hermanos enfermara gravemente. Había prometido que si él se recuperaba, trabajaría en ese continente.
Ahora, aunque sigue viviendo en Estados Unidos, dirige la ONG Begin Anew, que él mismo creó y que se dedica a la construcción de pozos en África. Desde 2013 han creado y restaurado 112 de ellos.
El equipo de planta de la ONG en Uganda está compuesto por cuatro personas, además de contratistas.
Ayer relató su experiencia en el auditorio de la Municipalidad de Mariquina ante sus familiares, amigos y vecinos, a quienes vino a visitar. El alcalde de la comuna, Rolando Mitre, aprovechó el momento para hacer un anuncio: "El 7 de diciembre, el día del aniversario de Mariquina, Einer Rubilar será declarado Ciudadano Ilustre".
Comités de agua
Para trabajar en Uganda y crear comités de agua, Rubilar debió pedir la autorización y protección del rey, del gobierno y de los jefes de las tribus. También tuvo que formar una alianza con los productores de carbón, los charcoreros. "Todos les temen, porque son una mafia. Tuve una entrevista con ellos y me felicitaron, porque también utilizan el agua de los pozos que nosotros creamos. Les pedí que usen los árboles podridos o secos y que por cada árbol que corten planten dos nativos. Estamos trabajando en conjunto", relató Rubilar.
Para él es muy importante no interferir con las costumbres de los africanos. "Respetamos los roles de las personas y de las comunidades. No vamos con la idea de cambiar sus vidas, de decirles cómo hacer las cosas, vamos a mejorar lo que ellos ya tienen", agregó.
Luego de que los comités de agua han sido formados y de que las comunidades se comprometen a trabajar en el proyecto, la ONG -cuyo centro de operaciones se encuentra en una estación de policía- busca los recursos. Y los pobladores de las aldeas de Uganda también deben aportar. "Aunque son pobres, tienen un poco de dinero. Hacer una pequeña contribución les permite decir 'este pozo es mío y lo tengo que cuidar porque yo puse dinero'. Todo lo que se regala es malo, porque cuando solo das creas malos hábitos", explicó. La gente apoya donando arena, ladrillos o lo que tenga a mano.
Para Rubilar enviar donaciones en "especies" no es útil para quienes viven en África. "Hay gente que anda con sus ropas rotas, pero no es necesario que les manden ropa. Es mejor que lleguen voluntarios y compren ahí. En la medida de que compras un kilo de arroz o un par de zapatos, estamos dando trabajo a pequeños empresarios. Regalar es cultivar la pobreza", destacó.
El agua
Además de combatir la miseria y de evitar la muerte de niños y ancianos por la falta de agua, Einer Rubilar quiere entregar un mensaje de sustentabilidad. Recordó que según un estudio desarrollado por el Instituto de Recursos Mundiales, Chile se encuentra entre los países más afectados por la escasez de agua en el año 2040. De 161 naciones, Chile ocupa el puesto número 24.
"El agua es del pueblo y no debe ser negociable. Si no empezamos a trabajar ahora, todos juntos, el futuro para los hijos y nietos no será bueno. Este no es el problema de una comunidad aislada. Si no paramos esto, mañana va a ser tarde. Tenemos que trabajar en conjunto porque ya estamos viendo los efectos del cambio climático", contó.
En África ya está trabajando por mejorar los recursos medioambientales. Su ONG ha plantado 80 mil árboles nativos. Cada niño de las escuelas cercanas se hace cargo de cinco, a los que incluso les pueden colocar nombres. Generalmente son plantados cerca de los pozos.
Malaria
En noviembre del año pasado realizó su último viaje a Uganda. Al regresar, Einer Rubilar nuevamente no era el mismo. Comenzó a sentir un fuerte dolor de cabeza y fiebre. "Pensé que era un resfrío, pero era malaria", dice. Fue trasladado en ambulancia hasta el Cooper University Hospital, en New Jersey. "No contaban con el antídoto para el tipo de malaria que yo tenía y mi enfermedad estaba muy avanzada. Cuando lo consiguieron, entré en coma. Cuando desperté no conocía a nadie, no podía recordar nada e incluso empecé a ver alucinaciones, me desesperé. Estoy recuperando mi memoria paso a paso, si no reconozco a alguien, que me disculpe", dijo.
Ahora no puede caminar bien, pero su meta sigue intacta. "Queremos hacer 5 mil pozos en Uganda en un período de seis años, con lo cual acabaríamos con las necesidades de la mitad de la gente que no tiene agua limpia", declaró .
También asegura que en todos los lugares en los que está habla de su terruño. "Todos los que me conocen en Uganda y en New Jersey saben dónde está San José de la Mariquina. Siempre fue mi sueño volver aquí y contar la experiencia que he tenido en África. El trabajo es muy importante, pero más importante es ser embajador del tema, abrir la ventana para que la gente sepa que muchas cosas se pueden hacer por el mundo y para que le entreguemos un buen legado a los hijos y a los nietos", contó.
Además de su charla en Mariquina, Rubilar se presentará en Puente Alto, en Santiago, y será entrevistado en programas nacionales de televisión.