Cada domingo por la tarde, Abigaíl Denisse Nahuelpán Lienlaf (16 años) toma la mochila y emprende viaje desde su casa en Mehuín hacia el internado del Liceo Padre Sigifredo de Panguipulli, donde cursa Segundo Año Medio. Allí entrena regularmente en el club de la ciudad, pero cada fin de semana regresa al tatami del grupo al cual pertenece y que la insertó en el mundo del judo: el Kumikata de San José de la Mariquina, dirigido por el sensei Samuel Segura.
Desde casa, sus padres Elías (pescador artesanal) y María (cocinera en un restaurante de Mehuín), además de sus hermanas Celia, María Paz y Ximena le entregan el apoyo familiar necesario para su formación personal y su desarrollo como deportista.
Abigaíl Nahuelpán Lienlaf ostenta el grado de cinturón naranjo y ganó el título del nacional de Novicios disputado durante el reciente fin de semana, en Viña del Mar, en la categoría de -57 kilos. En su carrera deportiva luce un tercer lugar nacional en Santiago el 2015; también un quinto puesto en los Juegos Binacionales de la Araucanía (2016, Los Ángeles) y primeros lugares en torneos zonales y regionales.
Sus inicios en el judo -recuerda- se remontan a unos cinco años, cuando conoció el deporte oriental en un taller realizado por el sensei Samuel Segura en el Liceo Politécnico Pesquero de Mehuín, en el cual cursaba la enseñanza básica.
EXPERIENCIA
¿Por qué te gusta el judo?
-Porque además de ser un buen deporte, sirve para la formación personal y se crea un lazo de amistad muy grande entre los deportistas. Además ayuda a surgir y superar problemas, a salir adelante, ayuda a mejorar como persona y a adquirir valores. Conozco personas que han tenido malos momentos y gracias a este deporte, han sabido enfrentar y superar sus problemas. El judo es una forma de vida, que nos ayuda a superarnos cada día. A mí, me ha ayudado mucho a disciplinarme.
¿Qué otras vivencias te ha entregado este deporte?
-He salido a competir por casi todo el país. Antes de ser judoca no conocía nada y ahora he podido conocer muchos pueblos, ciudades y otras personas.
¿Quiénes son tu principal apoyo como deportista?
-Mi sensei Samuel Segura, el club de judo de Panguipulli y mi familia, especialmente mi mamá, cuando tengo que viajar a competencias. Ellos y mis compañeros son fundamentales en mi desarrollo, porque somos una familia, siempre unidos.
¿Cuáles son tus objetivos generales en el judo?
-Mi meta es ser seleccionada nacional y algún día competir fuera del país.
¿Y en lo más inmediato?
-Estoy esperando el selectivo para los Juegos de la Araucanía, porque si lo gano y creo que lo voy a hacer, iría de nuevo. Ahora es más motivante e interesante, porque serán en Argentina y no conozco. Tendré que dar lo mejor de mí, tengo la experiencia para lograrlo.
En la parte personal, ¿cómo te proyectas hacia el futuro?
-Aún me queda tiempo para decidir, pero me gustaría entrar a las Fuerzas Armadas y estudiar algo relacionado con la Medicina. También está la opción de ir a la universidad, pero aún me queda tiempo para decidir y por ahora, tengo muchas cosas en la mente.
Un deporte presente desde 1910
En 1910 llegó a Chile el maestro japonés Yunio Kawada, designado por el Comité Olímpico Internacional y el Consejo Superior de Deportes de Japón -presidido por Jigoro Kano- para enseñar judo en la Escuela Naval. Allí permaneció hasta 1924. En los años '20 llegó también a trabajar a Chile el maestro Heisaku Watanabe, quien asumió en reemplazo de Kawada, mientras que su alumno Ikujiro Saito comenzó la difusión del judo en Iquique y el maestro Noboru Tachibana comenzó la enseñanza para civiles en la YMCA de Valparaíso.
"Antes de ser judoca no conocía nada y ahora he podido conocer muchos pueblos, ciudades y otras personas". "Estoy esperando el selectivo para los Juegos de la Araucanía, porque si lo gano iré a Argentina".
Abigaíl Nahuelpán Lienlaf, Judoca"