Valdivia fue fundada en 1552 y desde 2007 es capital regional. Hoy concentra a la mayor cantidad de habitantes de Los Ríos, es considerada una urbe de tamaño medio en el concierto nacional y, a lo largo de su historia, ha aprendido a convivir con su naturaleza fluvial y su lluvia. Esas características la han hecho fuerte y hermosa, permitiéndole ostentar algunos reconocimientos nacionales e internacionales por la calidad de vida que brinda.
Así descrita, no es raro que palabras como agua, ríos, patrimonio, conservación, sustentabilidad, puentes, inclusión social y otras, aparezcan cada vez que alguien aborda el tema del desarrollo urbano local. De hecho, ellas han marcado la serie de actividades recientes convocadas en torno a esta temática por diferentes instituciones: Codeproval, ministerio de Vivienda, Universidad Austral, Centro de Promoción Cinematográfica.
Si bien no es noticia que esos eventos se realicen; la concentración de ellos en pocos días (24-26 de agosto), permite reflexionar y hacerse algunas preguntas respecto de las dificultades que existen para que Valdivia se convierta en aquella ciudad que sueñan sus vecinos. Esto, porque evidentemente existen ideas compartidas respecto de cómo habitar el territorio, pero ellas no se materializan: se valora el Calle Calle, pero los muelles fluviales están a medias; critican cables en desuso, pero la ordenanza tardó años en aplicarse; se defienden humedales urbanos, pero se rellenan a vista y paciencia de todos; declaran opción por los Parques, pero el Catrico se encuentra paralizado; abogan por el uso de bicicletas, pero las ciclovías son usadas de estacionamiento; piden privilegiar transporte público, pero se retiran paraderos de lugares importantes y se instalan otros donde no pasa la locomoción colectiva; y el clásico: hay congestión vehicular, pero no habrá más puentes hasta avanzada la próxima década.
Quienes observan este proceso reconocen falta de liderazgos y acuerdos entre los diferentes niveles en que se hacen planificaciones. Faltan, al parecer "gobernanzas" eficaces. Es decir, trabajo público-privado real, para que una ciudad inteligente sea guiada por decisiones a la misma altura.