Alicia Pérez trabajó más de 45 años en el área de la educación, primero como profesora normalista y luego como supervisora de otros docentes en capacitación. Actualmente es voluntaria del programa "Contigo Aprendo", en el cual se enseña a leer, escribir y las funciones matemáticas básicas a los adultos analfabetos. También forma parte del programa Voluntariado País de Mayores, en el cual adultos mayores que han sido profesores, refuerzan algunas áreas de estudio de niños en situación de vulnerabilidad.
¿Cuándo nació esa inquietud de enseñar a otros adultos?
-La verdad es que cuando me jubilé, me aburrí muchísimo. Parecía gato enjaulado, necesitaba hacer algo. Entonces salió lo de cuidar a una niña, que quiero como a una nieta (ver recuadro) y otras actividades.
¿Qué involucra el trabajo con los adultos mayores?
-Los que vamos a hacer clases tenemos que encargarnos de todo, desde la búsqueda de los alumnos hasta de la sala que vamos a ocupar. Con otros profesores recorremos puerta a puerta los diferentes sectores de Valdivia para explicar acerca del programa, lo que involucra y los beneficios que pueden tener al tomar las clases. Luego de eso, vamos a las juntas de vecinos para ver el tema de la sala y el horario en el que vamos a realizar las clases.
¿Cómo es la dinámica de las clases para adultos?
-La idea es que sean lugares cercanos a la casa de los alumnos, porque algunos tienen dificultades para movilizarse. Ahora, podemos dividir las clases en una o dos veces a la semana. Yo les hago la clase -se de matemáticas o lenguaje- a todas las personas juntas. Cada uno de ellos está en niveles distintos, pero sólo yo sé cuál es.
¿Qué siente usted al ver la evolución de sus alumnos?
-En lo personal, me siento muy satisfecha con enseñarle a los adultos mayores, porque es gratificante ver cómo van creciendo. Por ejemplo, me emocioné al ver a una de mis alumnas llorar, al poder leer un texto que le envié. Eso da por pagado todo el trabajo.
¿Enseñarle a los adultos es más complejo que a los niños?
-Es similar. La única diferencia es que a los adultos hay que reforzarles el tema de la confianza en que podrán aprender. Y algunos son más tozudos en cuanto a lo que quieren aprender. Una de mis alumnas, sólo quería aprender a leer y escribir, para poder comunicarse con su hijo, quien vivía lejos. Cuando intenté enseñarle matemáticas, se enojó tanto que se quería retirar del programa, pero la convencimos entre todos de no hacerlo.
¿El trabajo con los niños es diferente?
-Claro, porque en el voluntariado Chile País de Mayores, nosotros apoyamos a los chicos en las tareas y en las materias que les son más complicadas. A nosotros nos entregan los nombres y las direcciones y vamos a sus hogares a ayudarles. Si bien no es un trabajo simple, es igual de gratificante ver cómo van mejorando sus notas.