Claudia Muñoz David
Hace exactamente 500 años comenzó la Reforma Protestante. El 31 de octubre de 1517 el monje agustino Martín Lutero clavó en las puertas de la iglesia del castillo de Wittenberg -en Alemania- una propuesta con la que buscaba debatir la doctrina de la Iglesia Católica y también la práctica de las indulgencias. A este escrito se le llamó las 95 Tesis, estaba en latín y generó un cambio en Europa que primero fue espiritual, pero luego se transformó en cultural e incluso educacional. Así nacieron las iglesias protestantes y se esparcieron por todo el mundo. Ahora, en Chile, se celebra el Día Nacional de las Iglesias Evangélicas y Protestantes cada 31 de octubre.
Al país la Iglesia Luterana llegó en 1850, junto con los colonos alemanes. A Valdivia, arribó justo hace 130 años. Su primer pastor -según crónicas publicadas en el Diario Austral de Valdivia para el aniversario 100 de la iglesia- fue Felipe Teodoro Schmidt y los primeros cultos se hicieron en una bodega ubicada en calle Pérez Rosales, en ese momento -1887- llamada San Francisco. Actualmente la iglesia luterana valdiviana reúne a 110 familias y sus representantes en la capital de Los Ríos quieren dar a conocer su doctrina y labor social en la zona, la que se ha materializado a través de la difusión de las artes, la creación del primer jardín infantil que tuvo el territorio y de un hogar formado para proteger los derechos de la infancia.
Su actual pastor es Hemir Ochoa y el directorio se encuentra formado por María Ema Hermosilla como presidenta; Lorena Liewald, como vicepresidenta; Nancy Vieira, como secretaria; Eva Kairath, como tesorera y Federico Larsen, Víctor Trimpay y Leni von Bischhoffshausen, como directores.
Primeros años
Sobre los primeros años de la iglesia en el país, el pastor Hemir Ochoa explicó que "a mediados del siglo XIX, con la llegada de los colonos, el gobierno también permitió traer pastores, pero con varias condiciones. Una de ellas era que no podían tener templo, predicar en el idioma castellano ni hacer proselitismo. Solo debían ser el soporte espiritual de los colonos". Explicó que por esta razón, durante mucho tiempo, se pensó que se trataba de una iglesia cerrada. "Siempre fue considerada como una iglesia de un grupo de la sociedad, pero eso ocurrió porque en sus inicios fue así. Fueron obligados a no hablar de su fe ni a predicar a los demás. Los cultos en español comenzaron a ocurrir recién en 1950, eso permitió la apertura".
Su infraestructura
El primer templo que tuvo la Iglesia Luterana en Valdivia comenzó a ser construido en enero de 1893, en calle Arauco, donde se encuentra actualmente. Se trataba de una estructura de madera que fue inaugurada el 22 de septiembre de 1895. Uno de los elementos que destacaba era su órgano, el que fue encargado a la fábrica Gebrüder Walcker de Ludwigsburg e instalado en 1905. En 1939 sus fieles pudieron ver la llegada de tres campanas, las que fueron encargadas a Alemania. La construcción de la torre de cemento estuvo a cargo de Albin Knopel.
Y aunque la Iglesia Luterana no fue afectada por el gran incendio de Valdivia de 1909, la estructura de madera y el órgano fueron destruidos con el gran terremoto de 1960. Lo único que quedó en pie fue el campanario. Durante cinco años los cultos fueron realizados en recintos privados y después en una capilla provisoria instalada en calle Arauco. La primera piedra del segundo edificio fue colocada el 18 de noviembre de 1962 y la inauguración de la infraestructura fue hecha el 31 de octubre de 1965. El arquitecto encargado de la obra fue Javier Anwandter y su diseño está inspirado en los ríos locales. La presidenta del directorio, María Ema Hermosilla, contó que "muchos estudiantes de arquitectura de otras ciudades visitan el templo para ver su estructura interna, la que dicen es muy especial. Creo que la iglesia es un patrimonio de la ciudad. Con algunos profesores de arquitectura se está haciendo el trabajo de armar la carpeta para poder declararla".
Labor social
Después del terremoto de 1960 fue creado el Hogar Luterano, que se encuentra ubicado en calle Lastarria, en el sector Corvi. El objetivo era entregar alimentación a los niños de la zona y también reforzarlos en sus escuelas. El hogar funcionaba como un centro abierto. En un comienzo también eran realizados talleres de oficios -desde Alemania fueron traídas máquinas de coser y tornos- con el objetivo de entregar capacitaciones a los padres de los pequeños.
Actualmente son atendidos 130 niños, quienes asisten luego del colegio para participar en talleres y en la preparación de sus tareas.
Después del terremoto la iglesia tuvo comedores abiertos en Panguipulli, sin embargo, ya no existen.
Otro de los legados de la iglesia es su jardín infantil. "Es abierto a la comunidad y fue creado en forma pionera, cuando en la ciudad todavía no existían este tipo de instituciones", detalló Hermosilla.
Además, antes de que estuviera habilitada el Aula Magna de la Universidad Austral de Chile, el templo de la iglesia fue usado como escenario para difundir la música. "La iglesia cuenta con un órgano que es utilizado en forma permanente y, en la década de los '80 principalmente y bajo la mano firme de Mónica Kunstmann, fueron realizados muchos conciertos", expresó.
"Si uno mira la historia, hay luteranos valdivianos que han sido un gran aporte al empuje de la ciudad y las obras sociales. Hay empresarios importantes, profesores universitarios, benefactores de clubes deportivos y del arte. Una característica de ellos que realizan su labor calladitos, sin publicitarlo", contó Hermosilla.
Nuevos desafíos
El pastor Hemir Ochoa explicó que una de las principales características de la Iglesia Luterana es que está dispuesta al diálogo y a la confrontación de ideas, por ejemplo, en temas como la homosexualidad o la despenalización del aborto. También dijo que durante estos últimos años se ha trabajado sobre la base de cuatro conceptos.
"La Iglesia Luterana se ha preparado durante los últimos diez años para celebrar estos 500 años de historia. Para ello, como federación han habido lemas que nos han acompañado: la salvación no se vende, los seres humanos no se venden, la creación no se vende y libres por la gracia de Dios. Estos cuatro lemas articulan la creencia y la práctica.
Que los seres humanos no se vendan tiene que ver con la inmigración y la esclavitud; que la creación no se venda tiene que ver con nuestra responsabilidad social frente al medioambiente; que la salvación no se venda lo consideramos como un hecho importante en términos de que vemos iglesias que profitan de los actos litúrgicos y piden dinero. También es esencial en nuestra teología que nuestra obligación es hacer cosas buenas en el mundo, pero eso no es una moneda de canje con respecto a la salvación", dijo.
Además, existen desafíos a nivel local. "El primero es seguir mostrando a la comunidad que la Iglesia Luterana está abierta a toda la gente que quiera tener una experiencia espiritual, un encuentro con Dios y en comunidad. No hay que saber alemán para venir a la iglesia, tampoco ser descendiente. Queremos derribar esas barreras, porque está abierta a cualquier persona. También queremos mostrarnos y decir quiénes somos", aseguró el pastor.