Existe hoy en nuestra cultura el entendimiento generalizado de que no corresponde botar un papel en la calle. No es suficiente. Nosotros, más evolucionados, entendemos que el compromiso con el medio ambiente debe ser más fuerte.

Por ejemplo, hemos hecho la inversión necesaria para dotar a nuestros hogares de ampolletas LED de bajo consumo (nos mueve nuestro profundo amor por la naturaleza; nada tiene que ver el importante ahorro económico que significa este cambio en el largo plazo). Con convicción y sin matices le declaramos la guerra a cualquier proyecto que signifique la destrucción de la naturaleza; si bien trabajamos en empresas y vivimos en ciudades estamos en contra de ambas. No queremos hacer ningún tipo de alarde, pero resulta evidente que nuestra sensibilidad hacia el entorno que nos rodea es más elevada que la del ciudadano promedio.

Pero con calma, hay ciertos puntos que precisar: la leña certificada es bastante más cara, razones de carácter presupuestario nos impiden optar por ella. Nos parece absolutamente imprescindible el uso del automóvil (de preferencia grandes camionetas), otras opciones no son funcionales a nuestras necesidades. Aunque por un asunto de principios nos oponemos a la proliferación de malls o construcciones similares, no significa esto que debamos privarnos de ellos. Nos negamos a pagar los costos que implica el progreso de otros pero no tenemos por qué negar el propio. Se trata de leves contradicciones que no nos deben quitar el sueño: no somos ecologistas profundos.

Lo nuestro es ecología de superficie: dispuestos a todo por el medio ambiente, claro que siempre y cuando esto no nos acarree mayores sacrificios.

Si buscáramos un emblema, una lucha que daremos sin tregua, ésta sería la obligatoriedad en el uso de bolsas de género en los supermercados. ¡Sí señor, nos manifestamos decididamente en contra de la atrocidad que es la bolsa plástica! Nos verán llegar a los supermercados armados con un colorido set de bolsas de género, las cuales llenaremos de envases, cajas, bolsitas y todo tipo de recipientes plásticos.

"Una raya en el agua" dicen nuestros vociferantes detractores. Nosotros decimos "ecología en la medida de lo posible".

Juan Ignacio González V. Ingeniero

Ocurrió en la capital, pero la situación lleva mucho tiempo instalada en todo el país, y en Los Ríos también se hace sentir con mucha fuerza. Una decena de individuos fue detenida por Carabineros, que la sorprendió en flagrante delito cuando procedía a pintarrajear vagones del tren interurbano que se encontraban guardados, a la espera de entrar en servicio.

La información agrega que el costo de los daños supera los 30 millones de pesos y se agrega que no fue un hecho casual ni espontáneo, sino todo un operativo a cargo de un grupo más grande, que ingresó en el recinto mediante la violación de todas las medidas de seguridad y de cuanto obstáculo encontró en el lugar.

En palabras más simples, se trató de un ataque planificado y con el único objetivo de provocar daños en la propiedad pública, porque detrás de la maniobra no aparece el deseo de manifestar sensaciones ni promover alguna causa, por extraviada que resulte.

Esta situación, tan conocida, como decíamos al principio, hasta el momento no ha provocado más que un tibio rechazo de parte de la ciudadanía y la vista gorda de las autoridades, porque se le tenía como una reiteración a nivel local de una tendencia global y porque siempre se le atribuyó a individuos actuando en solitario y con más deseos de molestar que de causar daños efectivos, pero los detalles de lo sucedido en la capital habla de un problema que no tiene para cuándo terminar y que, por el contrario, parece estar todavía en pleno crecimiento.

Si ya se ha comprobado que los autores de los rayados sin contenido actúan en manada y bajo normas disciplinarias más intensas que las ofrecidas por la mera complicidad, y que además disponen de moderna tecnología para contrarrestar la respuesta policial, quiere decir que ya no podemos seguir pensando que esto no es más que una moda que, como tal, se termina en cualquier momento.

El centro valdiviano es un buen exponente de que hay que tomar la situación más en serio en relación a lo que se ha hecho hasta ahora.

30 años | 11 de diciembre de 1987

Elecciones en la Feauch no lograron reunir el quórum

Por falta de quórum, el proceso de elección de dirigentes de la Federación de Estudiantes de la Universidad Austral de Chile fue declarada no resolutiva por parte del Tricel. De las 5.126 personas habilitadas para votar, solo lo hicieron 2.394, que corresponden al 46.7 por ciento del universo electoral.

20 años | 11 de diciembre de 1997

Valdivianos van a las urnas para elegir parlamentarios

Doscientos tres mil ciudadanos de la provincia de Valdivia están convocados a elegir dos senadores y cuatro diputados en el proceso que se desarrolla hoy en todo el país. En el Distrito 53, que incorpora las comunas del norte de la provincia, los electores son 103.626, mientras que en el 54, los inscritos son 100.035.

10 años | 11 de diciembre de 2007

Gobernador y alcalde en pugna por lobos marinos

La presencia de los lobos marinos en la costanera valdiviana ha despertado todo tipo de comentarios. Uno de los animales mordió a un ebrio imprudente que se le acercó demasiado, y ahí se armó la polémica entre el gobernador, Christian Cauyqueo, y el alcalde, Bernardo Berger, por las reponsabilidades en el caso.