Intolerancia a la lactosa en adultos
Directora de Carrera de Nutrición
UST Valdivia
La intolerancia a la lactosa es un problema que puede darse en diferentes etapas de la vida, sin embargo, es muy prevalente en mayores. Actualmente se estima que cerca de un 30% de la población adulta podría padecer esta enfermedad.
La lactosa es un hidrato de carbono, disacárido, conocido como el azúcar de la leche. Para la digestión de la lactosa los seres humanos necesitamos de un enzima (sustancia que ayuda a descomponer la lactosa) que se llama lactasa. Cuando el organismo no es capaz de asimilar correctamente la lactosa, por falta de esta enzima, aparecen diversas molestias principalmente gastrointestinales como la diarrea, dolor abdominal, meteorismo, distención abdominal, vómitos y gases intestinales.
La sensibilidad a la lactosa puede variar considerablemente entre los diferentes organismos, ya que algunas personas notan sus efectos de forma inmediata tras consumir pequeñas cantidades de leche, mientras que otras tienen un umbral de sensibilidad más alto y es más difícil de observar su relación causa-efecto.
Existen dos formas de intolerancia a la lactosa. Una forma congénita, que se produce desde el nacimiento y una forma secundaria o adquirida.
En general, se recomienda que frente al diagnóstico de intolerancia a la lactosa se debe excluire la dieta. Es importante leer el etiquetado de los productos, y para cubrir las necesidades de calcio se recomienda reemplazar la leche por leche sin lactosa o yogurt que es mejor tolerado al contener la lactasa producida por los cultivos de bacterias que se utilizan en su preparación. En general se deben evitar el consumo de alimentos como mantequilla, pastelería industrial que utilice leche o crema de leche, jugos con añadidos de leche, chicles, batidos lácteos. Asimismo, los adultos mayores que son beneficiarios del PACAM (Programa de Alimentación Complementaria del Adulto Mayor) pueden consumir la bebida láctea que es reducida en lactosa.
Massiel
Salazar