Claudia Muñoz David
La parroquia de la congregación de los Misioneros de la Preciosa Sangre -ubicada en el sector Corvi, en Valdivia- estaba repleta. Ayer, a las 11 de la mañana, tantos miembros de la comunidad católica local habían llegado hasta ahí para estar presentes en la ordenación de Diego Gallardo como sacerdote, que incluso hubo personas que solo pudieron escuchar la celebración desde el exterior.
Gallardo había sido ordenado diácono en la misma parroquia en 2015, y ayer, unas 400 personas lo acompañaron en su ordenación.
El arzobispo de La Serena, René Rebolledo, fue quien presidió la ceremonia, una que no era realizada por la diócesis valdiviana desde hacía 17 años.
La ceremonia
Comenzó como una liturgia habitual. Sin embargo, alrededor de las 11.40 horas, después de que el arzobispo exclamara: "Te pedimos, padre todopoderoso, que confieras a este siervo tuyo la dignidad del presbiterado (...) para que la palabra del evangelio llegue a toda la Tierra y los pueblos congregados en Cristo", Gallardo fue investido con los ornamentos presbiterales con la ayuda de sus papás y de un sacerdote de su congregación.
Recibió la estola, banda que simboliza la autoridad sacerdotal. También la casulla -vestidura que se coloca sobre las demás para celebrar la misa, consistente en una pieza alargada, con una abertura en el centro para pasar la cabeza- simboliza el yugo de Cristo y significa caridad. Además, sus manos fueron ungidas con el santo crisma, una mezcla de aceite y bálsamo especial.
El arzobispo expresó: "Jesucristo, el Señor, a quien el Padre ungió con la fuerza del Espíritu Santo, te auxilie para santificar al pueblo cristiano y ofrecer a Dios el sacrificio". Luego, entregó a Gallardo la patena, una bandeja donde se deposita la hostia, y el cáliz, una copa sagrada. En ese momento, el arzobispo le dijo: "Diego, recibe la ofrenda del pueblo santo para presentarla a Dios, considera lo que realizas e imita lo que conmemoras y conforma tu vida con el ministerio de la cruz del Señor". Después lo abrazó para darle la bienvenida y lo mismo hicieron los miembros del clero, mientras el coro cantaba el Salmo "Tú eres sacerdote para siempre".
En ese momento los fieles comenzaron a aplaudir, e incluso algunas personas lloraron emocionadas. Así, Diego Gallardo fue presentado como Padre Diego. Y todos volvieron a aplaudir.
El recién ordenado padre habló ante la comunidad antes de que terminara la celebración. Expresó: "Quiero agradecer en primer lugar a Dios, que me ha hecho experimentar su amor de padre llamándome a la vida, que me ha regalado la fe a través de tantos hermanos y hermanas y que me ha llamado a esta vocación. Agradecer a mi familia, quienes me han acompañado y regalado la fe, me han enseñado a amar, esperar, confiar, creer y reír. Agradecer por su vida, su tiempo y su historia". También agradeció a su congregación y a todas las otras, que lo acompañaban. Todo terminó con un brindis en el Gimnasio Gil de Castro.
El ahora padre Diego -quien durante su formación conoció la pobreza de Guatemala y en Valdivia ha trabajado con personas privadas de libertad- será vicario de la parroquia Preciosa Sangre de Valdivia, podrá celebrar misas y seguirá con su labor pastoral en la cárcel de Valdivia.