En los conciertos de ayer de la Orquesta Barroca también participó la flautista Stacey Chou, quien está en Niebla como profesora invitada del Global Leaders Program de YOA Orquesta de las Américas al Campamento Musical. Llegó al evento junto a sus colega Gabrielle Smith (dirección, saxofón y clarinete), Mira Abu El Assal (violonchelo), Isabelle Lavioe (trombón bajo) y Anick Odom (contrabajo). Además de hacer clases, tocaron juntas en el Gimnasio Municipal de Niebla.
Un desempeño destacado en la música clásica suele atribuirse, mucho más que en otras profesiones, al influjo del talento como factor preponderante. "Los jóvenes músicos mostraron todo su talento en el concierto del día martes" es una frase que suena bastante más familiar que "el joven médico mostró su extraordinario talento en la cirugía de esta mañana".
No hay duda de que es un componente importante en el desarrollo de una carrera como músico profesional. Es un factor de entrada, se requiere una dosis mínima de condiciones auditivas, intelectuales y psicomotrices específicas para desempeñarse con cierta soltura (y para disfrutar la experiencia). Y puede ser también un factor diferenciador, particularmente en los niveles más altos. Esos pocos cientos de intérpretes de música clásica que desarrollan carreras como solistas a nivel mundial (ese 0,001%) ciertamente tienen un talento natural muy por encima del promedio.
Pero el talento, por sí solo, no es un buen predictor de una carrera fructífera. Por encima de cuotas muy dispares de condiciones naturales, los músicos profesionales destacados, desde los integrantes de una buena orquesta profesional hasta los más conocidos solistas, comparten una gran cualidad fundamental, que es la disciplina.
El talento más extraordinario no es garantía de nada si va acompañado de una disciplina inestable. Grandes talentos se pierden todos los días. En cambio, una conciencia profunda de la importancia del estudio sistemático y disciplinado, complementada con apenas un mínimo de talento, llevará, casi con certeza, a una vida profesional en la música llena de profundas satisfacciones.
Tal vez la famosa combinación de 1% de inspiración (talento) con 99% de transpiración (disciplina) es algo exagerada, pero creo que no por mucho.
Cristóbal
Urrutia
Dir. Ejec.
Orquesta de
Cámara de
Valdivia
En la Iglesia San Francisco de Valdivia y el Gimnasio Municipal de Niebla fueron los conciertos de la Orquesta Barroca del 24º Campamento Musical Marqués de Mancera. Las presentaciones marcaron el punto cúlmine de la preparación guiada durante la semana por el violinista Raúl Orellana, quien al igual que el año pasado tuvo entre sus filas a Juan José Peña Aguirre.
El violinista de ocho años de edad volvió al campamento en compañía de sus padres, José Fernando Peña y Norma Constanza Aguirre, para tomar clases y tocar el Concierto para dos violines en la menor Op. 3 Nº 8 de Antonio Vivaldi en las citas de ayer que fueron para público general.
El regreso fue a un año de haber incursionado en el Campamento Musical 2017 lo que le permitió hacer su primera presentación con orquesta, logrando una inesperada figuración nacional. Al evento llegó por recomendación del violinista francés Dorian Lamotte (colaborador habitual de la Orquesta Cifan), quien actualmente es su maestro. "Recuerdo que probaba, como si estuviera jugando, en eso de tocar en la orquesta. Ahora me siento cómodo y no me costó integrarme al grupo", dijo el pequeño músico.
Juan José nació en Colombia y vive en Chile desde hace cinco años. A los cuatro años de edad recibió un violín de regalo de Navidad, pero rápidamente dejó de tocarlo debido a lo incómodo y doloroso que le resultaba la postura.
Cuando la familia Peña Aguirre se trasladó a vivir a Antofagasta, el pequeño ingresó a la escuela de música del Teatro Municipal de la ciudad. Fue en ese lugar donde se topó, durante una charla, con Dorian Lamotte, quien lo invitó a una semana de clases en la escuela de música de la Universidad Mayor en Santiago lo que implicó cambiar de domicilio debido a la proyección profesional que estaba tomando su carrera.
De ahí en más vino su participación en la Academia Internacional del 23º Campamento Marqués de Mancera y el despegue definitivo. "Después de esa experiencia se comenzaron a abrir muchas puertas, por eso siempre vamos a estar muy agradecidos de todo lo que nos ha generado el venir a Valdivia. Musicalmente ha significado un tremendo avance y eso no tiene precio. Nosotros estamos completamente entregados a la carrera de nuestro hijo, su felicidad es la nuestra y siempre lo vamos a seguir a donde sea que nos lleve con lo que está haciendo", dice José Fernando.
A la de Valdivia durante el verano pasado, Juan José Peña sumó otras exitosas experiencias. Por ejemplo, en marzo fue finalista y ganador de su categoría en el VII Concurso de Jóvenes Talentos realizado en el Teatro Universidad de Concepción, donde fue acompañado por la Orquesta Sinfónica Universidad de Concepción.
Asimismo, fue admitido en septiembre en el Negri Violin Program que funciona en Gstaad (Suiza), luego de la positiva evaluación que tuvo su audición en video del concierto realizado bajo la dirección de Raúl Orellana en la Iglesia San Francisco de Valdivia en enero de 2017.
Por su desempeño logró una beca parcial de estudios, no obstante necesita el dinero para costear su traslado y lo que será su nueva residencia en Europa. Para reunir fondos es que en noviembre tuvo un concierto en Providencia.