Acompañamiento para adolescentes
Vivir una sexualidad plena es un derecho de las personas. Por lo mismo, resulta valioso el apoyo para los jóvenes en este aspecto. Entrega de información, fomento del autocuidado y prevención del embarazo temprano no deseado, son temas que se debe abordar.
Un importante trabajo es el que realizan las profesionales de los Centros de Salud Familiar de Valdivia con foco en los y las adolescentes, para orientarlos y ayudarles a vivir plenamente su sexualidad a través de educación, fortalecimiento de autocuidado, la afectividad y prevención del embarazo prematuro no deseado. Si bien se trata de programas permanentes en el sistema de salud, en este caso es necesario destacar la atención con extensión horaria, el vínculo con las familias y el trabajo que se busca con los colegios, considerando que son pocos los establecimientos educacionales donde estos temas son abordados abiertamente.
La labor de los consultorios va en la línea de ayudar y respetar el derecho de todas las personas a una vida sexual plena. Y es bueno que se trabaje con los jóvenes tempranamente, pues el promedio de iniciación sexual en Chile es de 16 años. En Los Ríos, 16,6.
Según los datos entregados por la Octava Encuesta Nacional de Juventud realizada por el Instituto Nacional de la Juventud (Injuv) y que corresponden a 2016 (es bianual) las primeras relaciones sexuales de los jóvenes chilenos son mayoritariamente con sus parejas y uno de cada cuatro no usa protección como preservativos en ella. Es decir, hay un comienzo marcado por el riesgo, sobre el cual es preciso encender alertas, considerando que enfermedades como el VIH Sida han crecido entre la población menor de 25 años.
Por otra parte el 31% de las y los jóvenes incluidos en el estudio declaró ser padre o madre y el 22% ha vivido un embarazo no planificado. Se calcula que anualmente son más de 22 mil las mujeres menores de 19 años que quedan embarazadas y una cifra cercana a 700 de ellas, tiene 14 años o menos. En Los Ríos la cantidad de madres adolescentes es cercana al 18% del total de mujeres embarazadas atendidas en el sistema público de salud y gran parte de ellas pertenece al nivel socioeconómico bajo.
Estos temas no son menores. Sobre todo si se considera que el nacimiento de un hijo/hija a menudo se traduce en interrupción de los estudios de la madre joven (pese a la legislación respectiva) y en dificultades que tienden a perpetuar los círculos de pobreza.