Familia lleva 20 años solicitando que reconozcan su derecho sobre islote
PICHIHUAPE. Omar Cogler Fernández vive en el lugar desde 1963, tiene documentos para probarlo, pero la documentación oficial sobre la propiedad se ha demorado más de dos décadas.
Desde muy pequeño, Omar Cogler Fernández ha vivido en el islote Pichihuape, situada frente a la ribera sur de la península de Puyumén, en el lago Panguipulli. Ya en 1963, gracias a la autorización que le dio el capitán de puerto de esa comuna, Alfredo Benavides, se dedicó a limpiar y forestar la llamada "isla fiscal sin nombre", y en ella construyó su casa varios años más tarde. Desde 1994 ha efectuado trámites para que se le reconozca la posesión de aquel pequeño pedazo de tierra rodeado de agua, cuya superficie es de apenas 1,84 hectárea. Pero el trámite se ha demorado más de lo que esperaba.
Su hija Mabel Cogler conoce en detalle cómo ha sido el proceso, porque desde la época en que inició sus estudios de derecho ayudó a su padre a efectuar los trámites. "En 1990, un funcionario público llamado Asmán Torres fue a hacer mediciones a la isla y le contó a mi papá que el Fisco la inscribiría a nombre propio -lo que se concretó el 23 de octubre de ese año-, pero le dijo que tenía la posibilidad de solicitar la propiedad en Bienes Nacionales".
El 7 de febrero de 1994, Omar Cogler recibió un comprobante que acreditaba haber iniciado la solicitud de título gratuito, para lo cual debió reunir abundante documentación y el relato de testigos.
"La posesión de la isla ha sido pacífica, ininterrumpida y sin violencia. Y así es que la gente de Panguipulli lo conoce como 'el caballero de la isla'", señaló Mabel Cogler.
Algunos años más tarde, específicamente el 14 de noviembre de 1997, acudió un fiscalizador a la isla y dejó constancia de que a la vegetación nativa que observó, se sumaban las especies que Cogler plantó: aromo australiano, pino insigne y eucaliptus; notó igualmente una "construcción de madera habilitada como pequeña casa de veraneo" y anotó que el "solicitante demuestra preocupación por la buena mantención natural de la isla".
Sin embargo, añadió, toda esa documentación se perdió "por una inundación que sufrió el edificio donde se conservaba. Pero a mi papá le dijeron que no se preocupara, porque mientras el islote fuera de Bienes Nacionales, el Fisco no lo sacaría de ahí".
Con esa seguridad, dejaron pasar algunos años y recién en 2009, Mabel Cogler se acercó a consultar a la repartición pública, pero la respuesta no fue buena; y recién el 3 de diciembre de 2015, desde la Seremi de Bienes Nacionales le otorgaron el acta de radicación sobre una porción de 13 mil 400 metros cuadrados.
Desde esa fecha hasta hoy, finalizó, no ha habido más avance en la solicitud. "Queremos que se haga todos los trámites y en definitiva se le entregue la isla o una parte de ella, a mi papá", subrayó la profesional.