Claudia Muñoz David
Después del terremoto del 27 de febrero de 2010 se generó un mayor interés por estudiar las características de los suelos de las ciudades chilenas. En especial, desde el punto de vista de sus respuestas ante los sismos. ¿Todos los sectores de una ciudad se comportan igual ante un movimiento? La respuesta -por lo menos para la capital de Los Ríos- es negativa y el ingeniero civil de la Universidad Austral de Chile, David Alvarado, se ha dedicado durante los últimos seis años a realizar estudios para evaluar las aptitudes sísmicas de los suelos urbanos de Valdivia, conociendo las características de microzonas. Empezó con su tesis de pregrado y profundizó la investigación durante su magister en Ingeniería para la Innovación.
"La geología de los suelos de Valdivia es muy compleja. Hay muchas áreas que son susceptibles a la licuefacción, un fenómeno que produce que se amplifiquen los movimientos. Y esas amplificaciones pueden ser muy fuertes. Como se trata de un sector ribereño, la conformación de los suelos está asociada a los ríos y a depósitos sedimentales fluviales, es decir, sobre la roca hay estrato blando, como la arena, que no tiene buena aptitud para la construcción. Ante los movimientos, se compacta la arena y todo lo que está sobre ella desciende", explicó Alvarado.
Esto, sumado a las zonas de rellenos no controlados -en las que han sido depositados escombros- produce que "sea necesario evaluar en detalle para mejorar las respuestas de las estructuras que se pretende construir". Las características del suelo valdiviano son tan diferentes entre un sector y otro, que un sismo de un mismo grado podría ser percibido por una persona de manera distinta dependiendo de dónde se encuentre. "Eso se llama efecto de sitio, y depende del suelo. Por ejemplo en las zonas altas, como la zona de Collico o donde está el Fundo Teja Norte, hay floramientos de rocas. Ahí la amplificación no es tanta como si nos ubicáramos en el centro, en alguna zona de relleno. Está comprobado que ante un terremoto se produce más daño en los sectores donde hay más amplificación", contó. Otras de las conclusiones desarrolladas por el investigador indican que las oscilaciones del suelo valdiviano son largas. "Esto significa que los edificios más altos tendrían mayores desplazamientos en determinadas zonas" agregó.
Nuevas normativas
Dos años después del terremoto de 2010 fueron incorporadas nuevas reglamentaciones a la Norma Chilena 433 de diseño sísmico de edificios. Ahora se exige hacer estudios que cuantifiquen las propiedades dinámicas del suelo antes de construir. Según esa norma, la mayor parte de los suelos de la ciudad están catalogados entre los parámetros, D, E y F, siendo estos últimos los más complejos porque presentan un mayor riesgo de licuefacción.
Teniendo estas nuevas normas como base, Alvarado usó instrumental para -a través de métodos geofísicos- realizar mediciones en 45 sectores del radio urbano de la capital regional. "Ahí se determinó que los suelos que tienen, entre comillas, una mejor aptitud para la fundación en Valdivia son los depósitos fluviales y estuarinos que están repartidos en forma muy compleja. También, que la roca está muy meteorizada, por lo menos en el área urbana y eso perjudica su aptitud. Es difícil encontrar una roca de buena calidad. Por ejemplo, la zona en la que se encuentra la piscina Aqua es más homogénea, por lo que sería más apta. Sin embargo, si te desplazas hacia el centro, los suelos pueden cambiar de una cuadra a otra".
Otro sector en el cual la distribución espacial de los depósitos geológicos es muy heterogéneo es en la Isla Teja y la ribera de los ríos. "Habría que tener más precaución en esos lugares a la hora de construir", agregó. Gracias al proyecto, fue elaborado un mapa.
En caso de rellenos
Además de los problemas medioambientales que generan el relleno de humedales, David Alvarado explicó que "desde el punto de vista de los suelos es complicado fundar en zonas con esas características porque no existe una compactación homogénea. Generalmente son rellenos no controlados, que después muestran problemas de infiltración de agua o cuyo terreno puede descender después de un sismo. En ningún caso es recomendable rellenar sin que exista un control, el que debe ser ingenieril, con todo lo que eso significa. Debe haber un estudio de suelo, un estudio del material que se va a colocar y de la forma en que se va a hacer, para no correr riegos".
Cumplimiento de normas
El ingeniero civil destacó que debido a la norma existente, los sectores en los que la calidad del suelo no es la mejor se hacen mayores exigencias. "Esto implica que hay que construir fundaciones especiales. Se piden muros, losas y pilares más grandes. Eso significa un mayor costo, entonces ahí la empresa debe hacer un equilibrio entre el coste y las características del edificio. Porque ese mismo edificio, en un lugar con suelos de mejor calidad, sería más barato o rentable. Pero siempre hay que tener en cuenta que todos los edificios deben cumplir con las normas y eso es certificado", dijo.
Otras zonas
David Alvarado aseguró que es recomendable que estudios como este puedan ser desarrollados en otras ciudades o zonas. Por ejemplo, en el sector costero de Valdivia, donde actualmente se produce un desarrollo inmobiliario importante.
Todo esto fue desarrollado a través de un estudio apoyado por el Núcleo de Investigación de Riesgos Naturales y Antropogénicos (Rina); la Vicerrectoría de Investigación, desarrollo y Creación Artística (VIDCA) de la Universidad Austral de Chile y Virginia Tech. El trabajo complementa estudios desarrollados por Sernageomín.