Con la muerte de una mujer asesinada a hachazos por su ex pareja en Mariquina, la semana pasada, se eleva a dos la cifra de femicidios registrados en la región durante el presente año. A nivel nacional suman 31 y se sabe que en al menos un tercio de los casos, las víctimas habían realizado las denuncias respectivas. En los hechos ocurridos en San José, el agresor (cuyo cuerpo fue hallado en la leñera) tenía prohibición de acercarse a la afectada.
Además, en la zona ha habido tres femicidios frustrados y otros 22 casos de agresiones que alcanzaron connotación pública.
De acuerdo a datos del Instituto Nacional de Estadísticas (Ine) y de Carabineros, durante 2017 -último año con números oficiales publicados- en la región hubo 820 mujeres que sufrieron lesiones leves, 63 lesiones graves y 1.411 agresiones de tipo sicológico. En total, en el mismo período las denuncias llegaron a 2 mil 730, con un total de 706 detenidos.
Por otra parte, actualmente en la región hay 625 mujeres víctimas de violencia que reciben atención en alguno de los cinco Centros de la Mujer, dependientes del Ministerio de la Mujer y Equidad de Género, ubicados en Panguipulli, Valdivia, Lanco, Paillaco y La Unión. De ellas, 35 con situaciones de riesgo vital, han sido acogidas en casas especiales.
En general los índices no son buenos. Pero no son solamente los números lo que debe preocupar. Es necesario enfatizar que atrás de cada cifra se esconden historias humanas de mucho dolor y con consecuencias no solamente para quienes las viven directamente, sino también para sus hijos e hijas, que muchas veces son testigos de hechos o incluso también víctimas de situaciones que siguen patrones similares, pues están cruzadas por una cultura que naturaliza la violencia en general y las agresiones contra las mujeres, en particular. De hecho, ellas sufren casi el 80% de este tipo de ataques registrados en el interior del hogar, mientras que los hombres representan el 15% de las víctimas, de acuerdo a las denuncias recibidas a nivel nacional sobre violencia intrafamiliar.
En este contexto, mirar el problema desde una perspectiva humana y hablar al respecto es también una forma de ayudar a prevenirlo.