Algunos días atrás se realizó un seminario para recordar los cinco años de implementación de las normas de reparación aplicadas en el Santuario de la Naturaleza Carlos Anwandter, tras el llamado "desastre ambiental" de 2004.
En la actividad fueron revisadas cada una de las medidas implementadas tras el fallo de la justicia sobre este hecho y se evaluó el impacto mayormente positivo que ellas han tenido en materia de trabajo comunitario, de puesta en valor del paisaje, de investigación científica y, especialmente, de prevención.
En este último punto es preciso detenerse y señalar que durante el encuentro fue dicha una frase sobre la cual reflexionar: "esto nunca debió pasar".
Claramente, contaminar el agua, afectar el ecosistema al punto de generar la muerte y emigración de aves, entre otras consecuencias, es algo que nunca debió suceder. Pero lo hizo. Fue aquí, al lado nuestro. Y ahora la tarea es que nada similar se repita.
La del Santuario ha sido una lección dura y debe traducirse en aprendizaje relacionado con la forma en que los seres humanos nos vinculamos con la naturaleza y logramos el equilibrio entre la producción económica que permite desarrollo y el cuidado de un entorno frágil, cuya preservación incide en la calidad de la vida para todos los seres que habitan un lugar.
En 14 años la legislación ambiental chilena cambió y la actitud ciudadana también, pero sabemos que no basta. Ahora se necesita de una mayor educación sobre la realidad de los humedales, los servicios ecosistémicos que prestan, la cultura de quienes viven en torno a ellos y las acciones necesarias para su conservación, tema fundamental en una zona como Valdivia, que es una "Ciudad-Humedal", pero enfrenta a diario el riesgo de la utilización indiscriminada de estos espacios naturales.
Hacia allá apuntan las seis medidas del Humedal del Río Cruces, que se están aplicando de una manera positiva y hasta pionera en algunos casos.
Es de esperar que continúen así y que ellas también contribuyan a generar respeto, no solamente en términos legales, sino con entendimiento y conciencia profunda sobre la armonía entre progreso y paisaje.