En Chile, alrededor del 7% de los nacimientos que ocurren anualmente, son prematuros, es decir, que suceden antes de las 37 semanas de gestación. La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que los prematuros se pueden dividir en subcategorías en función de la edad gestacional, siendo considerados prematuros extremos los nacidos antes de las 28 semanas de gestación, muy prematuros entre las semanas 28 y 32, y prematuros moderados a tardíos entre las 32 y 37 semanas de gestación; además, esta misma organización señala que los niños prematuros requieren de cuidados especiales, ya que no están totalmente preparados para la vida extrauterina.
Estos pequeños pueden requerir ayuda para alimentarse por vía oral a través de la succión, de igual forma que los niños nacidos a término -después de las 37 semanas de gestación-, visto que no cuentan con la madurez motora suficiente. Cuando nos encontramos frente a un inconveniente en el proceso de alimentación, la presencia del Fonoaudiólogo es fundamental; dicho profesional es el idóneo para llevar a cabo tanto la evaluación como la intervención de los trastornos de la alimentación a lo largo del ciclo vital. En el caso de los recién nacidos prematuros, algunos aspectos a evaluar son las funciones orofaciales, como los reflejos primitivos de búsqueda, succión, deglución y arcada, además del proceso motor básico, la respiración. Todos estos reflejos son los que ayudan al niño a sobrevivir durante los primeros meses de vida y con frecuencia se encuentran alterados en los recién nacidos que no son de término.
Durante la intervención, el Fonoaudiólogo se encarga de estimular los reflejos para lograr una alimentación por vía oral adecuada, segura y eficiente a través de la implementación de diversas estrategias como lo son: la terapia miofuncional, sonda al dedo, sonda al pecho, y también proporciona estrategias de alimentación apropiadas. Además, promueve la lactancia materna, que entrega grandes beneficios a los recién nacidos, no sólo prematuros, sino que también de término, por ejemplo, potencia el apego con la madre, permite la hidratación del bebé, mejora la digestión, aporte inmunológico, etc.
Es esencial hacer un seguimiento de estos recién nacidos, dado que cerca de un tercio presenta secuelas neurológicas, problemas motores, de lenguaje, cognitivos, de aprendizaje o conductuales.
Andrea Saavedra Quezada
Docente Fonoaudiología de la U. San Sebastián sede Valdivia