¿La mejor para vivir?
En un dudoso estudio (2000 personas de muestra) Valdivia se "alza" como la mejor ciudad para vivir en Chile. Quienes votaron claramente no son los valdivianos que viven hacia el interior, alejados de "lo lindo" que es el rio. Una ciudad poco amigable con el turista. Una ciudad donde la epidemia de pasta base se propaga aumentando la delincuencia que antes no existía, robos de autos, quitadas de drogas, balaceras, etc. (si, en ese Valdivia que no se ve). Una ciudad donde cualquiera construye donde quiere, demostrando la inutilidad de la DOM, donde los inescrupulosos rellenan y pueblan ilegalmente los humedales que filtran nuestra agua potable, a vista y paciencia de las "autoridades".
Nuestra ciudad tiene características que la hacen única, y nuestras autoridades se esfuerzan en que se parezca cada vez más a cualquier ciudad común y corriente de Chile. Nada que celebrar.
Mauricio Obreque Pardo Abogado.
Coincidencia mágica
Dos calles con el mismo nombre en Valdivia: dos Av. Simpson. No lo puedo creer, que esto suceda en nuestra culta ciudad por puro azar cuántico.
No me cabe duda que en esto hay responsabilidad humana por mucho tiempo hasta el día de hoy, responsabilidad humana que me hizo andar dando bote, mientras en estado triste y sonámbulo, preocupado y ahora consciente también de mi propia muerte, quise ubicar el lugar, la tarde anterior a su funeral, del que fuera mi profesor de tallerista por un corto período, el conocido y prestigiado escritor Pedro Guillermo Jara.
Confiado recorrí bajo un apasionado sol, la Avda. Simpson del barrio Estación. Numeración que era menor a la 1046 que aparecía en el Diario Austral. Por tanto volví caminando a mi casa, me gusta caminar, y decidí ir al velatorio al día siguiente en la mañana, a otra Avda. Simpson del sector Regional, acordándome haber visto que al lado de urgencia de Hospital Regional hay un letrero que dice, "Funeraria Bernardita".
Lo malo, para dificultar mi misión, no era ahí, si no a continuación de los semáforos de Pedro Montt, en la "Funeraria Bernardita".
Allí estaba, solo acompañado de un amigo lector y admirador de sus escritos, con quien intercambié una pocas palabras y aproveché de entregarle mis últimos tres cuentos, casi como un homenaje a Pedro Guillermo Jara, que también ofrecía por mano alguna artesanal producción.
Carlos Eloy Zúñiga Ojeda
Tiempo y transporte
Concentrar únicamente las políticas de transportes en las necesidades de viajar más y más rápido tiene el riesgo de dejar en segundo plano la complejidad del contexto urbano en que se realizan nuestros viajes. En efecto, el sistema de transporte depende fuertemente de cómo las actividades se encuentran distribuidas en la ciudad y a qué hora ocurren.
Por ejemplo, la alimentación saludable también tiene una mirada de transporte y se manifiesta en cuán accesible se encuentran los lugares de venta de frutas y verduras. Un segundo ejemplo es promover una oferta educacional de calidad que permita que las escuelas preferidas por las familias se encuentren en el mismo barrio de sus hogares, no solo es una medida de justicia educacional, sino que también espacial.
Finalmente, una mirada más integral de políticas de transporte no solo implica concentrarnos en el espacio, sino que el tiempo. En efecto, muchas decisiones de transporte no se relacionan únicamente con las distancias, sino que con variables temporales, relacionadas, por ejemplo, a horarios rígidos de actividades fundamentales. De esta forma, promover la flexibilidad en horarios es también una manera de aumentar la accesibilidad y justicia a bienes y servicios en nuestras ciudades. Por ello, el desafío implica ir más allá de la mirada sectorial del transporte.
Juan Antonio Carrasco Investigador Ingeniería Académico U. Concepción
Educación cívica
The Economist publicó el "Democracy Index 2018", índice que evalúa la calidad democrática de los países. Chile está mejor que en 2017, pero aún nos encontramos dentro de las "democracias defectuosas". Esto se debe a nuestra baja evaluación en participación política, cuestión que cambiaría si las votaciones volviesen a ser obligatorias, como ocurre en Uruguay o Costa Rica. Pero ¿eso es lo que queremos?
La solución pasa por generar consciencia de que nosotros somos responsables por el destino de nuestras comunidades, lo que implica tomar decisiones que acarrean costos y beneficios. Parte importante de una democracia plena se trata de esto: libertad para elegir y responsabilidad para asumir.
Hay que tomar el camino largo, el de la formación ciudadana. Se requiere un esfuerzo orientado a educar y empoderar a las personas. Obligarnos a votar cambiará las cifras, pero no mejorará nuestra democracia. Estamos llamados a hacer cosas más grandes y nobles que esconder los problemas bajo la alfombra.
Marcelo González mgonzalez@fppchile.org