Estructuras
Hace poco vi un video en donde por fuera aparecía un templo hermoso en Europa, no vi muy bien si era protestante o católico, pero como sea, era bello. Y luego, cuando la cámara comienza a ingresar al mismo, de pronto aparece un...gimnasio. Así, es, el templo se había transformado en un templo para la salud humana.
Al principio, como pastor me pareció "interesante", pero luego, al reflexionar sobre el mismo, dije, bueno, las estructuras caen, luego se levantan otras, y como dice el libro de Eclesiastés, cuando creemos ver algo nuevo, la verdad es que eso ya existía hace tiempo.
Y me parece que así, tal cual es la vida, levantamos templos, o ideas que son tan grandiosas y sólidas como templos, pero luego, vuelven a caer, y se comienza de nuevo.
Sobre todo en la religión, cuya existencia misma es justamente la del "reciclaje", cada religión existente, es un batido, mezcla y mixtura de una espiritualidad predecesora. Así el judaísmo recicló por ejemplo mitos, ideas, teologías del oriente próximo (Babilonia o Sumer por ejemplo), luego el cristianismo recicló ideas del judaísmo, de Grecia y Roma (¡hasta mantuvimos los mismo templos!), luego el Islam hizo lo propio con el judaísmo y el cristianismo creando un nuevo surco teológico en los países árabes. Y si nos ponemos más quisquillosos, hasta el moderno Mindfulness, la última moda de ejercicios de concentración, es una paella de meditación, yoga, Gestalt y otras cosas.
Como sea, somos recicladores espirituales, por eso hoy debemos aceptar que estamos ante una nueva encrucijada de la historia, nuestros templos, por lo menos ya ocurre en Europa, ahora son bibliotecas, gimnasios, o pubs. Nada nuevo bajo el sol diría nuevamente el Eclesiastés.
Todo lo cual nos obliga a revisar nuestras creencias, adaptarlas a espacios más pequeños, más íntimos, más honestos, dejando la pomposidad para las nuevas generaciones que quizás le necesiten.
Por eso Jesús para mí, sigue siendo desafiante, él camina, va a las fiestas y multiplica el vino, conversa en las plazas, y sigue caminando. Solo unas pocas veces le vemos en el templo. Parece que su verdadero templo son los bosques, los caminos, y las playas. Si quizás pensáramos así, como él, viendo nuestra propia naturaleza como un templo vivo, hasta lo cuidaríamos mucho más.
Nuestros santuarios vivos, están ahí para ayudarnos a pensar, creer y agradecer. Y para alimentar la fe silenciosa del amor hacia aquello que nos da vida
Hemir Ochoa Pastor Iglesia Luterana Valdivia hemirangel@hotmail.com
¿Un país accesible?
Hace algunos días fuimos testigos del caso de una adulta mayor viñamarina que, tras ser denunciada por una vecina, estuvo a punto de ser detenida por construir una rampa de acceso hacia su hogar. El motivo de la denuncia: la estructura bloqueaba el libre tránsito por la vereda. Este caso es clarificador frente a la pregunta ¿es Chile un país accesible realmente? Lamentablemente, la respuesta es no.
Sin duda, este caso vuelve a poner sobre la mesa la importancia de entender esta temática desde la participación social, y no sólo desde el punto de vista de las barreras arquitectónicas físicas. Es urgente que en Chile la discapacidad sea abordada desde una mirada global, considerando los múltiples factores que están relacionados con ella. En este sentido, facilitar espacios de construcción socio-comunitarios, desde las comunidades locales bases, es la clave para impulsar los cambios culturales necesarios que lograrán una inclusión real.
Álex Ríos Ruiz Docente Terapia Ocupacional USS
Flexibilidad laboral
Durante las últimas semanas la idea de acortar la jornada laboral de 45 a 41 horas, según propuesta del Gobierno, o a 40, de acuerdo con iniciativa de la diputada Camila Vallejo, ha tendido a reducir el debate casi aun gallito político por una hora más o una menos.
Definitivamente los chilenos trabajamos jornadas más extensas que los países desarrollados, sin embargo, la productividad, respecto de los mismos, es considerablemente menor. Cuesta comprender por qué somos menos productivos y cuál sería la relación directa entre el total de horas trabajadas y la productividad.
La teoría económica dice que sí la hay, no obstante, nuestro país requiere aumentar la productividad y la extensa jornada laboral parece no ser el camino correcto.
Por la naturaleza de sus funciones, ciertamente muchos valorarían trabajar cuatro días o repartir su jornada en cuatro días y medio a la semana, pero se requiere una mayor flexibilidad que permita que los trabajadores puedan disponer de unas horas a la semana, por ejemplo, para ir al médico, o realizar trámites que solo son posibles de hacer en horarios laborales, evitando así ausentarse durante el trabajo lo que, finalmente, disminuye la productividad.
Desde luego, aún queda mucho por avanzar en esta propuesta antes de que se legisle al respecto y lo positivo es que el debate está instalado y debe ser de fondo, más allá de reducir el número de horas a 40 ó 41.
Catalina Maluk Directora Esc. Economía y Negocios Universidad Central