Las "picadas" sureñas mantienen la comida chilena vigente todo el año
gastronomía. En septiembre la inclinación por los platos típicos crece; sin embargo una serie de restaurantes de la zona ha hecho de esta cocina un arte permanente, con sabor a campo y mar.
En septiembre se activa el gusto de los chilenos por lo tradicional; pero en las "picadas" sureñas, esta opción por lo chileno se mantiene todo el año. Son lugares donde siempre hay cazuelas, porotos, empanadas, pescado frito y una larga lista de platos típicos contundentes, sabrosos y a bajo costo.
LA BOMBA
En Los Ríos están para elegir los restaurantes de la costa, la Valdiviana, El Volcán y la reconocida "Bomba Bar", en pleno centro de Valdivia, en Arauco esquina Caupolicán.
Este local conjuga a la perfección el espacio bohemio con el familiar y con esa fórmula ya lleva 49 años atendiendo al público. Su dueña es la familia Baeza, que ha pasado la responsabilidad culinaria de generación en generación .
Nació como un negocio que levantaron en sociedad Eduardo Baeza Allende y un amigo, en 1964. A poco andar "don Eduardo" adquirió la propiedad total y, después de su muerte, los herederos asumieron continuar el sueño, formando una clientela fiel, que se conoce y se quiere.
"Nosotros tenemos nuestros clientes habituales, de años, y creo que la principal razón de por qué no se han movido de acá, es porque conservamos a nuestras cocineras, algunas de ellas llevan cerca de 40 años trabajando", señala Liliana Baeza, hija del fundador.
El buen sabor atrae a los comensales; sobre todo a los amantes de las cazuelas, que se sirven a 1500 pesos el plato, de ave o de vacuno, según prefiera el cliente.
"No perdemos lo tradicional y la gente sabe que puede venir con confianza a disfrutar de una comida agradable", asegura la dueña.
Las Muñecas del Ñielol
En Temuco la picad más típica es "Las Muñecas del Ñielol" (ubicado en Caupolicán 1347), en la cual se puede degustar guatitas a la española, carnes y cazuelas. Con sus más de 36 años en el rubro, entre las comidas que ofrecen destacan también las empanadas, el pastel de choclo, humitas, curantos, entre otras recetas.
Angelina Rivera, propietaria, dice que ofrecen distintos tipo de comida chilena y el local ha ido creciendo en su estructura.
En 1976, cuando abrió sus puertas, era una casa pequeña sin embargo hoy cuenta con un local amplio y además dos quinchos destinados a su arriendo para eventos.
Sus comidas -aseguran- están al alcance de cualquier bolsillo. El menú del día, por ejemplo, se ordena por 2.200 pesos.
En el ámbito tradicional, también destaca el restaurante El Toltén 985, en la calle San Martín, su platos estrellas son las cazuelas (de ave y vacuno), los riñones al jerez y el pollo arvejado.
Se agrega un plato especial un día a la semana. Con $2.000 alcanza para uno de estos almuerzos, más ensalada, pan y jugo. Si le agrega helado, sémola, leche asada o leche nevada el precio alcanza los $2.700. Gaspar Martínez, dueño del local, comenta que se encuentra en el lugar desde hace 12 años y que la comunidad los reconoce como "picada".
Carpinteros y Ebanistas
Empanadas, cazuela y asado al palo son los platos con que la Sociedad de Socorros Mutuos de Carpinteros y Ebanistas de Osorno recibe a los clientes que se acercan al restaurante ubicado justo en la esquina de Rodríguez con Brasil. Una de las picadas que tiene más de 100 años de existencia.
El lugar no es famoso por su decoración o instalaciones, sino por el ambiente que se vive ahí durante todo el año, donde los osorninos llegan en busca de comida casera. En sus salones, las Fiestas Patrias parecieran perdurar todo el año, con banderitas en las paredes y música chilena siempre sonando.
María Alvarado, la jefa de cocina del lugar, sostiene que precisamente este estilo es el que mantiene funcionando al restaurante tanto tiempo, pues se consagró como picada y tiene una clientela habitual que llega a diario en hora de la colación.
Las cazuelas caseras son un "gancho" que preparan con ingredientes propios de la provincia, en cantidades y con condimentos que la cocinera prefiere no revelar, pero que le dan un sello especial.
Otro de los atractivos son los tradicionales "viernes de asado al palo". Con una cocción que comienza a las 11.30 horas, al mediodía el olor que sale del patio da la bienvenida a las personas que se acercan al local.
El restaurante Ocarlis es otro lugar de Osorno que hizo de lo tradicional su sello con una oferta de empanadas, vacuno con porotos, parrilladas y ajiaco. Su administrador, Luis Alvarado, también destaca las butifarras, que comienzan a vender desde mediados de octubre, que es la temporada donde encuentran los productos que componen el plato: un embutido que se elabora con los interiores del cordero.
EL SÚPER YOCO
Quienes viven o visitan Puerto Montt en búsqueda de comida típica pueden acudir al restaurante el Súper Yoco que tiene más de 40 años y ha estado ubicado en distintos lugares de la capital regional -entre ellos calle Benavente y Guillermo Gallardo- y desde hace más de diez tiene su centro de operaciones en calle Quillota 259.
Sus características parrilladas han fidelizado a un público que acude, una y otra vez, a sus salones. En su carta, este plato que contiene guatitas, chunchules, carne de vacuno, de cerdo, prietas, longanizas, pebre, sopaipillas y ensalada nunca faltan. Pueden disfrutarlo tres personas por 15.800 pesos.
"Las guatitas picantes es otro de los platos típicos, aparte de la pichanga, los sándwiches, los caldillos, los congrios, los mariscos y las pailas", dice Carlos Arcos, que desde hace siete años es propietario del restaurante.
La mayor demanda por sus platos se registra al mediodía, en hora de colación. "A esa hora viene el tipo de oficina, que está apurado. En la tarde los empleados públicos o grupos empresas que se juntan a comer parrillada, a celebrar un cumpleaños u otras cosas".
Juan Balboa, profesor de matemáticas, es un cliente fiel del local. "La atención es muy buena. Uno de verdad se siente casi como en el living de su casa. Siempre vienen personas que trabajan en el sector público, es un buen lugar para venir a compartir", señala el docente que siempre pide parrillada.
Henry Hernández, músico y profesor, va al lugar desde hace diez años, cuando cerró su local favorito y emigró al Yoco que estaba muy cerca. "Me terminé quedando por el trato, el cariño, la buena atención y la amistad que tiene uno con el dueño. Es un lugar bastante acogedor", dice.
Los clientes fieles son los que han salvado al local en el último tiempo. "Las prohibiciones del humo y el cigarrillo igual han bajado las ventas, pero se ha mantenido un público fiel, especialmente el del fútbol que frecuenta mucho el local cuando se juegan partidos.
Por ejemplo acá se reúnen los históricos de Deportes Puerto Montt. Y como todo el mundo se conoce, se forma un buen ambiente", asegura Carlos Arcos.