Por el bien de Chile
Si la idea era protestar por la desigualdad, o contra el sistema económico o por los abusos de poder que se ejercen sobre los pobres; la acción fues opuesta al discurso......no podemos desconocer el esfuerzo de muchos por la construcción de una patria grande, justa...
Estamos en el mes de la Patria. Mes de sentimientos encontrados. Miramos nuestra historia, que está llena de alegrías y tristezas, de ilusiones y dolores. Pero todos, con mayor o menor conciencia, deseamos que exista una convergencia: un futuro lleno de esperanzas.
A pesar de tantas dificultades que enfrenta nuestro país, no podemos no reconocer y valorar el esfuerzo de muchos por la construcción de una patria grande, justa y buena para todos.
El país no se construyó ayer, es fruto de una historia compartida y del esfuerzo de muchos. Al igual que en la historia, es bueno valorar nuestros aspectos positivos, como los avances en el desarrollo, la creciente integración a un mundo que avanza rápidamente hacia la globalización, las mejores expectativas de vida de la población. Hoy también, tenemos mejores condiciones para mejorar la educación en todos sus niveles y hay mayor conciencia de salvaguardar los derechos de cada uno, y se aspira a una mejor calidad de vida y a un desarrollo sustentable y digno para todos. Parte de todo esto lo hemos visto en los movimientos sociales y en la participación ciudadana que se dio en las últimas elecciones primarias presidenciales.
Pero sabemos que hay tareas pendientes, por ejemplo: hay crisis en la representación política, y crisis en la distribución económica. Pero, a su vez, hay rostros y dolores que nos interpelan, como ser, el pendiente reconocimiento de los pueblos originarios, la violencia contra la mujer, contra los niños y adolescentes vulnerables, el clamor de los jóvenes, especialmente de aquellos que ni estudian ni trabajan, y de los migrantes.
En este camino de reconocimiento de nuestra historia y de aceptación de nuestras limitantes, nos ilumina lo dicho por el Papa Francisco. El camino de la humildad como transformadora de la sociedad. La fe no sólo da fuerza a las convicciones de cada persona sino que ilumina también las relaciones humanas. Por su conexión con el amor, la luz de la fe se pone al servicio concreto de la justicia, del derecho y de la paz (cf. Lumen fidei, 50-51).