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"Ciencias desde el jardín infantil"

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Actualmente, la educación parvularia, busca generar propuestas educativas de calidad que respondan de manera adecuada y desafiante a las características de los niños y niñas del mundo de hoy.

Para quienes trabajamos en educación inicial no deja de sorprendernos el constatar de qué forma los niños y niñas están interesados en descubrir y explorar el mundo que los rodea. A diario los observamos utilizar espontáneamente en sus juegos, procedimientos utilizados por la ciencia, como la observación, la manipulación, la clasificación y esa actitud innata que tiene todo niño, niña y científico: la curiosidad.

El enorme desafío que implica generar aprendizajes significativos, fomentando en los párvulos la curiosidad científica mediante la exploración de fenómenos y el enfrentamiento a la resolución de problemas en los más pequeños, requiere de educadores reflexivos de sus prácticas pedagógicas, educadores que promuevan la creación de espacios educativos enriquecidos, que permitan a los niños y niñas explorar, descubrir, desarrollar su sentido crítico, su capacidad de observar, de experimentar, de formularse preguntas y obtener respuestas frente a diferentes fenómenos naturales, situaciones de la vida cotidiana y de su entorno.

Para el logro de este propósito se hace fundamental la formación continua de los educadores. Es importante que éstos manejen recursos didácticos o estrategias pedagógicas basadas en su comprensión de las nociones fundamentales del lenguaje, las ciencias sociales, las matemáticas y las ciencias naturales, y que se generen instancias en donde se promueva y desarrolle la valoración de la ciencia, la tecnología y la innovación, considerando las características, necesidades y fortalezas de los niños y niñas.

Resulta vital para quienes trabajamos en educación parvularia, aprovechar esa curiosidad innata de los niños y niñas, esas ganas de conocer el mundo que los rodea y entenderlo. Como educadores, debemos promover su desarrollo y su capacidad de observación, entregándoles herramientas que les permitan hacer suyo el mundo.

Ello nos obliga a invertir en la formación y el perfeccionamiento permanente de los adultos que enseñan, quienes no sólo deben contar con una sólida formación, sino que deben mejorarla continuamente con el fin de mantenerse siempre actualizados en relación a qué y cómo aprenden los niños y niñas. De este modo estaremos contribuyendo eficientemente a una educación de calidad para todos los niños y las niñas de nuestro país.