Nelsa muñoz cortés: un trabajo social de 30 años junto a los más necesitados
premio. El Gobierno Regional reconoció su labor durante tres décadas, desde su llegada a Valdivia.
Hiperactiva y con un entusiasmo renovado para ayudar a los demás, Nelsa Muñoz Cortés asegura que solo se trata de una "dueña de casa que trabaja y hace cosas". Algo que en parte dedica a sus nietos Gianfranco, Andrés e Isabella, "para que vean que su abuelita pasó por esta vida dejando huella y para que tomen la posta de ayuda a quien lo necesite".
Su labor social en Valdivia -ciudad a la cual llegó hace 30 años- se manifiesta en la creación y mantención de la Agrupación Bajo el Puente (de estudiantes universitarias), un comedor en el mercado municipal (que cerró hace dos meses), una casa para personas enfermas, otra para mujeres maltratadas, el apoyo a niños de la orquesta Cifán, a las mujeres de la cárcel.
La lista se hace casi interminable. Tanto como el afán social que demostró desde su infancia en Tocopilla y luego en Coquimbo, donde vivió bajo el alero de familiares mayores, ante el deceso de sus padres cuando ella tenía recién cinco años de edad. "Entonces, mi abuela paterna me dijo que Dios iba a ser mi padre, madre, abuelo y abuela. Y así ha sido", recuerda.
¿Cómo se vinculó con Valdivia? -Por el trabajo de mi esposo (Darío Carretta, ministro de Corte) pasé por varias ciudades, Copiapó, Antofagasta y llegué a Valdivia hace 30 años. Al comienzo hacía artesanías y con ese dinero ayudaba a la gente. Primero tuve una agrupación anónima, con gente que rescataba de calle, drogadictos y alcohólicos.
Luego tuve el apoyo de los alcaldes Jorge Sabat y Bernardo Berger. En todas partes me ha motivado ayudar a niños de la calle, prostitutas, enfermos. Durante 25 años he ido a apoyar a las mujeres de la cárcel. Doy gracias a Dios por la oportunidad de hacer cosas.
Y así fueron naciendo organizaciones...
-En 1993 formamos la Agrupación Bajo el Puente y tuvimos nuestro primer hogar para niñas universitarias en 1993, en Pérez Rosales. Con las mismas universitarias ayudábamos a los enfermos. Después, fue una desgracia muy grande cuando se nos quemó el hogar que teníamos en la costanera, pero nos recuperamos y hoy lo tenemos en Janequeo. Llegamos a tener 37 niñas y hoy son 18. En cuanto al comedor, estaba en el local 17 del Mercado Municipal y lo cerré hace dos meses, ya estaba cansada.
En el caso de las estudiantes universitarias, ¿hay retribución de quienes ya se titularon?
-El compromiso con ellas es que no retribuyan a la agrupación, pero sí que ayuden a través del país a las niñas que llegan a hacer sus prácticas profesionales.
¿Qué otro aspecto destaca dentro de su labor?
-Una de las cosas más lindas que me puede pasar es ayudar a los niños de la calle. Los llevo a exámenes médicos, los orienta, oro por ellos, voy a ver a sus familias. Incluso, ahora ayudo a hijos de quienes ayudé antes, soy como su abuelita. También es satisfactorio ir a la iglesia y encontrar a personas que uno ayudó espiritualmente, que ahora son líderes cristianos.
¿En qué plan está actualmente?
-He derivado más hacia lo espiritual. Voy al hospital a orar por los enfermos y mi corazón a como que nace de nuevo. Es Cristo quien me mueve. También estoy ayudando a niños a través del proyecto Cifán y como pertenezco a la Agrupación de Señoras de Ministros de Corte, ellas me ayudan desde Santiago para los proyectos que tengo en Valdivia.
A los 63 años de edad y luego de "haber sido bendecida con tres hijos, todos profesionales, (Francesco, María y Lilian) y tres nietos", Nelsa Muñoz renueva energías. Siempre hay alguien que necesita ayuda.