74 mts 2: sueños que se diluyen
...sin embargo la comunidad -que paga sus impuestos en cada consumo que hace y eligió a las autoridades- no tiene por qué sufrir las consecuencias de una protesta que no provocó.Documental chileno "74 metros cuadrados" será exhibido en el Cine Club de la Uach, mañana .
El manoseado concepto de inserción social que habitualmente se maneja en Chile, más que conformar una verdadera herramienta de progreso, pareciera constituirse como un aliado de la segregación.
La calidad de las viviendas en nuestro país es deficiente en prácticamente la totalidad de los sectores socio-económicos medio y bajo. Dicha realidad, es una brecha que afecta también a la gente en su condición humana.
La manipulación política en torno a las necesidades básicas de las personas, es capaz de erigir gigantescas falacias con cimientos de barro, haciendo que la dignidad y el derecho a una vida mejor se confundan con un sueño aspiracional y los deberes se terminen transando por promesas que jamás se cumplen.
74 mts2, narra el vía crucis de un conglomerado de familias de escasos recursos, provenientes de distintos sectores vulnerables de la quinta región, quienes se agrupan con el fin de postular a un proyecto habitacional subsidiado por el gobierno a principios de 2004, proceso que se extiende por más de cinco años, atravesando una serie de dificultades.
El documental pone en evidencia el trato impresentable que se le da muchas veces a la gente beneficiaria de éste tipo de programas, puestos en marcha en terrenos incompatibles con la edificación y construidos con materiales y mano de obra de la más baja calidad, que ni siquiera logran resistir el invierno.
Llama mucho la atención, el trato impersonal de los gestores del proyecto y de las distintas entidades de gobierno reguladoras del proceso hacia las personas al momento que éstas exigen una explicación debido a las constantes demoras e incumplimiento de compromisos adquiridos durante la gestión inicial, instancia en la cual se genera toda la pompa mediática y política posible, para publicitar como de costumbre, la labor de un estado que abandona a los más desprotegidos.
En una sociedad verdaderamente igualitaria la pregunta que debiéramos hacernos los ciudadanos comunes y principalmente nuestras autoridades es tan simple como: ¿viviría junto a mi propia familia en una vivienda social? Tal vez de esa forma se obtendrían respuestas y soluciones más honestas y no tan solo una mirada desde el cenit de una dramática realidad nacional que nos involucra a todos.